La santidad, una prioridad pastoral (Lourdes Grosso 7 de julio de 2025)
En vísperas de Santiago Apóstol, patrono de España, tuve la gracia de recibir de mano de la autora del presente artículo el profético documento de nuestros obispos.
Los obispos españoles aprobaron en abril el documento Recordar la santidad en la Iglesia particular. El texto acaba de ser publicado por EDICE
El 16 de noviembre de 2024 el papa Francisco, de venerada memoria, nos sorprendió con una carta en la que presentaba una singular iniciativa: que cada 9 de noviembre —desde este 2025— cada diócesis pueda recordar —no celebrar litúrgicamente— a estos discípulos extraordinarios de Cristo que ya están en los altares —santos y beatos— o cuyo proceso de beatificación y canonización se encuentra abierto. Este documento forma parte del magisterio que el Papa ha querido dedicar a la santidad y que nos deja en herencia.
En esa carta señalaba cómo este recuerdo «permitirá a cada comunidad diocesana redescubrir o perpetuar la memoria de extraordinarios discípulos de Cristo que han dejado un signo vivo de la presencia del Señor resucitado y siguen siendo hoy guías seguras en nuestro camino común hacia Dios, protegiéndonos y sosteniéndonos. Con este fin, las conferencias episcopales podrán elaborar y proponer indicaciones y orientaciones pastorales».
Haciéndose eco de esta sugerencia los obispos españoles, en la CXXVII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (31 de marzo al 4 de abril de 2025), aprobaron Recordar la santidad en la Iglesia particular. Orientaciones pastorales para recordar a los santos, beatos, venerables y siervos de Dios en cada diócesis de España. El texto acaba de ser publicado por EDICE. Se trata de un breve documento, 35 páginas, dividido en tres partes.
En la primera, se ofrece una traducción al español de la carta y se describen sus claves pastorales, considerando que la aplicación en la Iglesia que peregrina en España va unida a la urgencia de integrar la fe en la vida cotidiana y a la necesidad de una conversión pastoral que pase por una conversión personal en clave vocacional.
En la segunda parte se recuerda quela santidad es un don ofrecido a todos y se presenta el modo en el que la Iglesia procede para canonizar a un fiel, lo que es desconocido para muchos cristianos.
En la tercera parte, se sugieren distintas iniciativas que ya se están desarrollando en algunas diócesis y pueden servir de inspiración para otras. No se trata de organizar cosas nuevas, sino de aprovechar las que ya tenemos, aportando esta línea de acción transversal de la santidad.
Un tesoro que custodiar
La pluralidad española es muy rica y diversa, por lo que estas Orientaciones, como su propio nombre indica, sirven como referente para que luego cada diócesis pueda llevar a cabo las iniciativas que considere más oportunas.
El papa León XIV, en su todavía breve pontificado, ha señalado también la meta de la santidad. En la homilía del Jubileo de la Santa Sede y en su discurso a los representantes pontificios ha dicho que «la mejor manera de servir a la Santa Sede es procurar ser santos, cada uno según su estado de vida y la tarea que se le ha confiado». Y en una carta dirigida al pueblo francés los animaba: «No se limiten a evocar con nostalgia un pasado que pudiera parecer perdido, sino que despierten la esperanza y susciten un nuevo impulso misionero». La vida de los santos debe estar, también, en el corazón de la evangelización de los hombres y los pueblos.
Estas Orientaciones aparecen convenientes por tres motivos:
Para promover la pastoral de la santidad, haciendo presente a los fieles la santidad local, para imitación y celebración de quienes les son tan cercanos geográfica y culturalmente: están en estudio 767 laicos, aproximadamente, y 18 obispos —16 por virtudes y dos por martirio—, además de numerosos miembros del clero diocesano —son 2.186, excluido el clero religioso: 49 por virtudes y 2.094 sacerdotes y 43 seminaristas por martirio— y la vida consagrada.
Para dar a conocer quiénes son los venerables y siervos de Dios, cuyas causas están activas en cada Iglesia particular. Esto es valioso, sobre todo para fomentar la piedad hacia estas personas, de manera que se les pueda rezar y pedir favores, de modo que, si es voluntad de Dios, se propague la fama de santidad o se produzca el milagro que se requiere para la beatificación y canonización. No se puede amar ni rezar a quien no se conoce.
Y el tercer motivo, el más urgente, es aclarar algunos conceptos, como son: la diferencia entre estas cuatro denominaciones —santo, beato, venerable y siervo de Dios—, entre vocación a la santidad y proceso de canonización, entre memoria litúrgica y recuerdo pastoral, entre culto público y devoción privada, etc., para evitar confusión en el Pueblo de Dios. Sería lamentable que, por falta de instrucción adecuada, este recuerdo de cada 9 de noviembre promoviera un culto público indebido o hiciera creer que ya está en los altares quien aún está en proceso.
Una oportunidad
Esta iniciativa es una oportunidad para reflejar que la santidad impregna toda la obra evangelizadora de la Iglesia, y una buena ocasión para la comunión diocesana, al poder involucrar en este recuerdo de la santidad local a los distintos organismos y delegaciones: catequesis, juventud, vocaciones, seminario, familia, laicos, pastoral social etc.
Como señalan los obispos en Orientaciones: «Deseamos proponer la santidad como "prioridad pastoral" en la rica multiplicidad de la vida de la Iglesia. La pastoral de la santidad incluye la difusión y conocimiento de la vida y enseñanzas de los santos, beatos, venerables y siervos de Dios que pueden ayudar a cada cristiano en particular a recorrer el camino de la propia santidad».
https://revistaecclesia.es/santidad-prioridad-pastoral-edice-lourdes-grosso/