PADRE EMILIANO MANSO (1940 Palencia -2025 Madrid), PASTOR DE PASTORES

 

Martes 20 de mayo, a la hora de la misericordia, 3.30 p.m., sin ser notado, con toda paz, se durmió para siempre en el Señor nuestro querido P. Emiliano Manso, tras casi un mes de penosa enfermedad y dolorosa Pascua. Iba dispuesto a acompañarle las ocho horas de mi turno, pero el Señor quiso adelantar su "ascensión". Le velamos hasta el jueves 22, cuando le acompañamos en la última misa y cristiana sepultura. Damos gracias al Señor por sus casi 85 años de vida (el 25 de mayo los iba a cumplir) y 60 de sacerdote, haciendo el bien a manos llenas.

 

EN EL SEMINARIO DE COMILLAS

El P. Emiliano Manso Aláez nació en San Román de la Cuba, el 25 de mayo de 1940. Desde niño sintió la llamada al sacerdocio y entró en el seminario: «Mi infancia estuvo marcada por la figura del sacerdote, influyó el deseo de ser como era el sacerdote de mi pueblo y hacer las cosas que él hacía, estar en la iglesia y rezar. A través de un sacerdote jesuita, el padre Lucio Rodrigo, profesor de Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Comillas, me hicieron un examen especial, en el que vieron que tenía vocación para entrar en el seminario» [1]

A los 12 años ingresa en el Seminario Pontificio de Comillas, estuvo 6 años en el seminario menor y de allí pasa al seminario mayor, a la facultad de filosofía donde estudia 3 años y termina los últimos 4 años estudiando en la Facultad de Teología

Allí contó con la dirección espiritual del célebre Venerable Padre Manuel García Nieto (+1974); su alma vivía durante el día unida a Dios con una oración que se prolongaba durante buena parte de la noche junto al Sagrario. Mereció que le llamaran el padre de los pobres, porque vivía para sus seminaristas y para sus pobres. Extremadamente duro consigo mismo, penitente al estilo de San Pedro de Alcántara, era acogedor y comprensivo con todos.

 

SACERDOTE PASCUAL CON CRUZADOS Y MILITANTES

Fue ordenado sacerdote el 10 de abril de 1966, el domingo de resurrección, por lo que le gustaba decir que era sacerdote de la Pascua. Su primer servicio pastoral fue como coadjutor de Villada. Comenzó su ministerio sacerdotal siendo director espiritual y Delegado Diocesano de Vocaciones  durante nueve años del Seminario Menor de Carrión de los Condes, lo que marcó su dedicación a la formación de las vocaciones al sacerdocio.

El P. Morales solicitó al P. Nieto un capellán para los campamentos de la Milicia de Santa María y el P. Manso fue el elegido. Años más tarde, confesará: "Cuando hace 44 años me puse en contacto con la Cruzada- Milicia, quedé deslumbrado. Era sacerdote desde hacía dos años y quedé impactado por la fuerza de su pedagogía, por el espíritu que se respiraba, por el ideal apostólico que se proponía. Me sentía plenamente identificado, vibraba al unísono. Admiraba la coherencia de aquellos cruzados y militantes, el ardor apostólico, la tendencia a la santidad sin recortes ni miedos, en fin, el amor apasionado a Jesucristo y a la Virgen".

De hecho, le recordamos como guía de montaña en las cumbres de Gredos en los campamentos, imagen de su vida guiando almas al cielo. Fruto de tantos campamentos vividos al alimón con Abelardo de Armas, escribirá: "La Milicia es una minoría selecta, que se autoselecciona porque es un grupo, una minoría creativa. Quiso el Señor que aprendiera los senderos por las cumbres de Gredos detrás de Abelardo, paso a paso, desde aquel mi primer campamento, en el año 1968. Esto se convertía para mí en todo un símbolo. He visto pasar oleadas de jóvenes por nuestra Milicia y, siendo sincero, os tengo también que decir que me hubiera gustado que se hubieran quedado con nosotros, si no todos sí muchos más. Es un dato comprobado lo que decía Abelardo refriéndose a la relación de la Milicia con la Cruzada: la Milicia permanece gracias a la Cruzada".

 

DIRECTOR ESPIRITUAL

Entre los numerosos dirigidos espiritualmente cabe resaltar al P. Eduardo Laforet, de quien dirá que fue "un modelo estimulante para que todos, cada uno en su propio estado y vocación, sigamos la ruta de este alpinista del espíritu, de modo particular los sacerdotes cruzados y los cruzados laicos" (XXV Aniversario 21-noviembre-2009)". Su vida y muerte, su ofrenda por la vida del Papa, su consagración en la Cruzada y su sacerdocio: "todo tiene su culminación en la Eucaristía; Eduardo estaba como marcado por el signo de la ofrenda, del sacrificio", al estilo del sacrificio de Isaac. De este modo, en un gesto presuroso y generoso, ofreció su vida por el Papa Juan Pablo II, ante la Eucaristía, aquella tarde del 13 de mayo de 1981, momento en el que la vida del Papa estaba en grave riesgo de perecer, por el criminal atentado sufrido.  Cuando, posteriormente, Eduardo se había internado por el sendero del dolor hacia la cumbre del Calvario, quiso reafirmar la ofrenda de su vida en el contexto de la ofrenda al Amor Misericordioso de Santa Teresita del Niño Jesús, el 8 de septiembre de 1983, fiesta de la Natividad de María, y me la entregó en un folio firmado.

El Venerable P. Tomás Morales le encomendó la atención a las vocaciones sacerdotales que surgían en la Cruzada-Milicia, por lo que es padre espiritual de muchos sacerdotes que le reconocemos como modelo de entrega y de aspirar a la santidad sin cansarnos nunca de estar empezando siempre.

En 1977 se trasladó a Madrid para atender espiritualmente a los Cruzados y militantes de Santa María. Varios años ejerció como Capellán de la Escuela de ingenieros Agrónomos. Otro de los ministerios fue su dedicación a la vida consagrada atendiendo también a las Cruzadas de Santa María, como confesor de las Carmelitas Descalzas de Ponzano y asistente espiritual de las Auxiliares parroquiales de Cristo Sacerdote nos hablan de su servicio constante a la Iglesia, transmitiendo vida divina desde la labor muchas veces oculta de guiar las almas hacia Dios.

 

SOCIEDAD SACERDOTAL DE SANTA MARÍA DE LOS APÓSTOLES

Fruto de esta dedicación es la Sociedad Sacerdotal de Santa María de los Apóstoles. Félix González-Mohíno en su artículo "25º aniversario de la Sociedad Sacerdotal de Santa María de los Apóstoles" relata cómo  el 1 de diciembre de 1999 nacía oficialmente gracias al arzobispo de Toledo, cardenal Francisco Álvarez Martínez. En la década de los 80, numerosas vocaciones sacerdotales florecían en el campo fecundo de la Milicia de Santa María. Un sacerdote de la Cruzada, el padre Emiliano Manso, tuvo mucho que ver en ello. Con su rica personalidad sacerdotal despertaba y acompañaba diligentemente las semillas de llamada que el Espíritu ponía en corazones jóvenes. En el año 1989, el P. Tomás Morales encomendó al P. Emiliano Manso la tarea de unificar y acompañar ese grupo de vocaciones sacerdotales que habían nacido en la Milicia y que, de hecho, se sentían ya vinculadas estrechamente a él. Entre ellos había seminaristas que se formaban en diversos seminarios diocesanos de España, otros eran militantes que se preparaban para ingresar en el Seminario, y había incluso un sacerdote recién ordenado. El P. Emiliano Manso guiaba la navecilla del incipiente grupo sacerdotal como experto y sabio capitán y, al mismo tiempo, sin violencia ni imposición alguna, suscitaba en nosotros ideas y proyectos concretos para plasmar el ideal sacerdotal al que nos llamaba. Nos reuníamos todos en las convivencias trimestrales, a las que pronto se sumaron encuentros mensuales de los ya sacerdotes. En 1995 tuvimos nuestra primera tanda de ejercicios para sacerdotes dirigidos por el P. Emiliano Manso, que se irían sucediendo ininterrumpidamente hasta hoy.  Una sociedad sacerdotal, encuadrada jurídicamente entre las asociaciones de fieles de sacerdotes, recomendadas por la Iglesia para fomentar la santidad y fraternidad sacerdotal de sus miembros, como enseña el Concilio Vaticano II: (Decr. Presbyterorum ordinis, 8). De Santa María, porque es toda de María, como la Cruzada-Milicia, tronco espiritual en el que ha brotado. Como sacerdotes, contemplamos, amamos e invocamos a la Virgen Inmaculada, como Reina y Madre nuestra, ella que es la Madre del Sumo y Eterno Sacerdote, la Reina y Madre de los Apóstoles. De los Apóstoles. Como sacerdotes participamos en el grado de presbíteros del ministerio de los apóstoles, llamados y enviados por Cristo Sumo Sacerdote para hacerle presente en el mundo. Como sociedad sacerdotal, Santa María de los Apóstoles sirve pues a ese fin primordial: fomentar y cultivar la santidad propia del sacerdote, que tiene su fuente en la ordenación sagrada que nos ha configurado con Cristo Sacerdote, y el modelo en los apóstoles, los perfectos imitadores de Cristo Pastor. Hay incluso un buen número de Obispos en España que se formaron con el P. Manso y que han mantenido contacto con él hasta su fallecimiento. Así lo recordó en la señalada entrevista citada anteriormente: «Me acuerdo de todos, el primero de ellos fue Francisco César García Magán, hoy obispo auxiliar de Toledo y secretario general de la CEE. Recuerdo con inmenso cariño cuando fui con su padre, Paco, una tarde a hablar con el rector, don Estanislao, y se concertó que fuera a estudiar a Toledo. Durante todos los años de seminario de Francisco César una vez al mes iba con sus padres a visitarle, teníamos una relación muy estrecha y preciosa. Otro de los chicos a los que guie al seminario de Toledo fue a Jesús Sanz, hoy arzobispo de Oviedo, un hombre muy valioso, con una sensibilidad especial, al que dirigía cuando iba los veranos a Comillas. Quiero destacar a Juan Carlos Elizalde, actual obispo de Vitoria, íntimo desde que él me dice que quiere ser sacerdote, estando juntos en la Cruzada, yo le acompaño hasta que sale del instituto, pero sigue siendo una relación muy estrecha»

 

UNA PASCUA DOLOROSA

El miércoles de Pascua, en el marco de las convivencias sacerdotales, comenzó a sentirse mal y le tuvieron que llevar a urgencias, para ingresar y practicarle una traqueotomía. Fue el comienzo de un calvario de cuatro semanas en las que se fue deteriorando progresivamente hasta agotarse.

Nos comparte el P. Miguel Ángel Íñiguez (CSM): "En los días de hospitalización le hemos acompañado día y noche. Las primeras semanas no podía comunicarse nada más que a través de una pizarra, más adelante ya podía hablar algo, pero muy despacio. Disfrutaba cuando rezábamos las Horas Litúrgicas con él y lo manifestaba con  gestos de aprobación y alegría. Ha seguido muy de cerca, a través de la pantalla, el entierro del Papa Francisco y la elección y comienzo del ministerio pastoral del Papa León XIV. Nos preguntaba y quería que le contásemos cosas del Papa. Estuvo muy clarividente hasta prácticamente dos días antes de morir, momento en el que providencialmente me encontraba presente con otro sacerdote y un laico consagrado".

A medida que se fue conociendo la noticia, fueron llegando testimonios de gratitud y oraciones por el eterno descanso de su alma y por los beneficios recibidos por su persona. El tanatorio SERVISA, en Carabanchel, donde se instaló la capilla ardiente, fue recibiendo numerosas visitas de familiares y amigos. El primer día se celebró la misa de cuerpo presente presidida por el P. Rafael Delgado (CSM), quien dio fe del beneficio recibido gracias a su dirección espiritual, su predicación en homilías, retiros y ejercicios que siempre preparaba con gran cuidado, fruto de su intensa vida espiritual centrada en el misterio de la Eucaristía, presencia viva del Corazón de Jesús que tanto amaba. La misa de funeral fue presidida por D. Juan Carlos Merino, Vicario del Clero de la archidiócesis de Madrid, que conoció personalmente al P. Emiliano y agradeció por su servicio de pastor a la archidiócesis, a los sacerdotes, cruzados, militantes, familias. El jueves 22 presidió la concelebración el P. Miguel Ángel Íñiguez (CSM), quien destacó su sacerdocio por entero al servicio de los sacerdotes y de los jóvenes.

A continuación, dimos cristiana sepultura a nuestro querido P. Emiliano Manso, en compañía de los cruzados que se adelantaron: P. Eduardo Laforet, P. Ramón Alonso, Manuel Tomás Amorós, Vicente Guillén, Abelardo de Armas. Allí dejamos las coronas florales, nuestras canciones montañeras y marianas, nuestra oración agradecida al Señor su vida. en manos de la Virgen Santísima para que interceda por el P. Emiliano ante su Hijo, Sumo y eterno sacerdote.

Con el mensaje de gratitud y esperanza del director de los CSM, José Luis Acebes, nos fuimos despidiendo con dolor, pero con paz y consuelo. En mi interior, recordaba sus  palabras en su aniversario sacerdotal:" ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? ¡Levantaré la copa de la salvación e invocaré su nombre! Cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo". Así lo haremos, padre Emiliano, sacerdote amigo, que supiste escuchar, comprender y orientar con sabiduría y cercanía. Tu trato afable, sentido del humor, disponibilidad y entrega te han convertido en padre espiritual, regalo para la Iglesia y para cuantos hemos tenido el gozo de conocerle.