Joaquín Fernández Millares (1929-2025)
Nació el 24 de noviembre de 1929 en Madrid, y se nos fue para la Casa del Padre, también en Madrid, el pasado 16 de abril, miércoles santo, con 94 años muy bien llevados.
Pude verle hace un año, a los pocos días de mi retorno del Perú, en el Hospital San Carlos de Madrid. A pesar de encontrarse como perdido, sin saber si le iban a operar, a dar de comer…cuando me vio me brindó una entrañable sonrisa y balbucía "Perú, Perú, María, Jóvenes, cuánto os he querido a todos".
Y su vida se me cruzó como una rápida película en la que siempre está presente su gozo misionero, audaz, intrépido, que le llevó hasta rezar algún misterio del Rosario en pleno recorrido del Metro en Madrid, a salir a la calle y abordar a un joven de modo natural "¿te gustaría hacer algo por la Virgen?" y terminaba invitándolo a la Misa de Santa María en la iglesia de san José, de la calle de Alcalá, el sábado a las 7 a.m.
Castizo madrileño, nacido en la calle de la Paloma, bautizado en la misma Parroquia de la Paloma, vivió en el barrio Chamberí, calle Santa Engracia 79. Con motivo de la Guerra del 36 se tuvo que separar la familia y pasó los tres años con los abuelos; Estudió en el colegio nacional San Leonardo de Yagüe durante los años de la guerra 1936-1939, allí inicié la primaria y después la secundaria como es natural con chicos ya de unos 10 a 12 años. Terminada la guerra en el año 1939 toda la familia nos trasladamos a Madrid, y yo empecé a estudiar en un colegio de las Damas Apostólicas que estaba en la calle Castillo, cerca de donde yo vivía y era del grupo de los que fundó Doña Luz Casanova.
Trabajó de botones en el Banco Hispano Americano. Allí conoció al P. Tomás Morales y practicó los Ejercicios Espirituales en 1958.
Formó parte del primer grupo de cruzados en América, en el Alto Marañón que, en 1964, acudió al llamado de Monseñor Antonio María Hornedo, SJ. A los dos primeros, Mariano del Hoyo y Ramón Alonso, se unió a primeros de enero de 1967, con Gonzalo Rodríguez. Él, en concreto, fue responsable de la Cooperativa de Crédito, dedicando el resto del tiempo a dar charlas a los jóvenes y los niños. Los años 1968 y 1969 los vivieron en Lima y Joaquín se recorrió la mayoría de los colegios de varones de secundaria invitando a ejercicios espirituales internos; lo mismo hacía por los bancos, logrando organizar varias tandas y constituir un nutrido grupo de jóvenes militantes.
Debido a la "operación Instituto" pedida por el arzobispo Mons. Casimiro Morcillo, en 1969 volvió a España y se dedicó de lleno a recorrer los institutos de bachillerato compartiendo su testimonio cristiano y misionero e invitando a Ejercicios. En 1969 apoyó a la cristiandad de Valladolid, en 1970 fue destinado a Burgos, irradiando su apostolado por Logroño, Pamplona y Segovia. Son miles de jóvenes los que le escucharon y varias decenas acudieron a Ejercicios, varios de ellos hoy son consagrados y dedican también su vida a los jóvenes. Pero Joaquín no descansaba o lo hacía cambiando de actividad por lo que los veranos su misión se dirigía a las Colonias de verano en la montaña como las de Comillas o en las playas de Salou.
Como narró en su libro-testimonio DE LA MANO DE LA VIRGEN EXPERIENCIAS APOSTÓLICAS DE UN LAICO CONSAGRADO (Madrid, 2020), seguirá de modo indesmayable -desde 1980- por Cáceres, Zaragoza (1986) y desde 1992 nuevamente en el Perú, Tacna y Arequipa, regresando a España en el 2009.
Como se indica en el prólogo de su libro: "Si tuviésemos que resumir en dos rasgos el espíritu apostólico y la espiritualidad de Joaquín, diríamos primero que es un enamorado de la Virgen María y que vive para darla a conocer, por medio del Rosario. La devoción del Rosario es para él indudablemente, la mejor manera de llegar a Dios. Y el segundo rasgo sería su preferencia por evangelizar a los jóvenes, siempre tan abiertos a los grandes ideales y tan necesitados de Dios. En ambos rasgos, Joaquín se muestra como verdadero hijo del venerable P. Tomás Morales S.J.".
Su vida casi centenaria ha sido un auténtico magnificat, de un alma enamorada de Santa María, de modo particular en la difusión del Rosario, vivido por entero para los jóvenes. Como Don Bosco, y su permanente y joven sonrisa, los invitaba a seguir a Cristo: "os espero a todos en el Paraíso". Nos vemos, Joaquín. ¡Misión cumplida!