¡La gran noche de la Vigilia de la Inmaculada!
Anoche, 7 de diciembre, peregrinaba desde Moncloa a Atocha -basílica de María Auxiliadora- para la Vigilia de la Inmaculada. Al ver tanta muchedumbre de gente por las calles como los del Evangelio "como ovejas sin pastor", recordaba la célebre canción de Raphael "¡puede ser mi gran noche!". Y fue "la Gran Noche", la que hizo desaparecer las tinieblas por obra y gracia del Espíritu Santo, iluminando mediante una estrella radiante: La Inmaculada, la toda santa, la sin pecado. Gracias a Ella, el pecado no tiene la última palabra, el mal ha sido vencido, la desesperación se ha convertido en Esperanza. Y todo por que gracias a su "Sí", -como reza el lema de la presente vigilia y cantamos a lo largo de la ceremonia- nos ha puesto junto a su Hijo. Gracias, nos has adelantado la Navidad con esta gozosa presencia.
Y lo constatamos con el rezo fervoroso del rosario dirigido por jóvenes y familias, por el entrañable testimonio de un laico consagrado -Jorge- que tras un serio discernimiento y un año de misión en el Perú se hace cruzado de santa María, y por el emocionante compartir al alimón de una joven de Taiwán -Esther- que junto a Chema se promete en matrimonio a lo divino, y en el del joven José María, diácono, que espera con ilusión ser ordenado sacerdote en la Pascua del 2026.
Y en el constante fluir a los ocho confesores que a lo largo de la noche administraban el sacramento de la misericordia, confiriendo el don de la paz, la esperanza, la alegría.
Presidió la celebración el P. Aurelio Cayón, vicario de vida consagrada en la archidiócesis de Madrid, quien agradeció a los organizadores, a los anfitriones PP. Salesianos por su acogida, al coro y a todos los fieles, por acudir al homenaje a la Inmaculada, centrándose en su homilía en tres palabras: bendecidos, elegidos, destinados como María para salir al encuentro con los fieles de la calle y llevarles a Cristo y el sí de la Inmaculada.
Se respiraba un ambiente de frescura, de disponibilidad, de familia, en la muchedumbre que colmaba la basílica. Y costaba despedirse a pesar de lo avanzado de la noche. ¡Qué bien se está aquí! ¡Qué gusto sentir la presencia maternal de la Madre que nos ha puesto con su Hijo, camino, verdad, vida!
Y en la noche abigarrada del corazón de Madrid brillan las estrellas, preludiando la Navidad que ya se acerca. ¡Ven, Señor, ven, ven que esperamos!
Manuel DE LOS REYES: Juan Duro González (1870-1945): Evangelización y laicado en Valladolid (Desde la Compañía de Jesús) (Amazon, Madrid, 2025, pp.198)
Saludamos el cuarto libro del autor, siempre en aras de brindarnos la formidable contribución de la Iglesia de Valladolid a lo largo del recio y bullicioso periodo de fines del siglo XIX y fines del XX. Dos de tipo institucional y los otros de tipo biográfico. El primero "La Casa Social Católica de Valladolid (1881-1946)" (Encuentro 2013) el segundo "Economía social en Valladolid. Caja de Ahorros Popular-Casa Social Católica (1947-1990)" (Encuentro 2016). El tercero "Una luz encendida en la ciudad: Marcelino de la Paz, S.J. (1842-1932)" gira en torno a la fulgurante personalidad y casi desconocida del apóstol jesuita. El presente, el cuarto, "Juan Duro González (1870-1945): Evangelización y laicado en Valladolid (Desde la Compañía de Jesús)" nos brinda la fisonomía de un líder laico, padre de familia, forjado al calor de la obra educativa y social de los jesuitas, promotor de la presencia pública de los católicos según los postulados de la Doctrina Social de la Iglesia.
El libro se articula en diez apartados. Comienza con la "Introducción" que es una suerte de bienvenida a la obra, compartiéndonos de modo sintético, un adelanto, así como los entretelones de su génesis, trayectoria y desarrollo, que tiene mucho que ver con el jesuita P. Jesús San José y José María Duro Roca, nieto del protagonista.
El primero "el tiempo de la memoria" (7-10) contextualiza el marco temporal de la Compañía de Jesús desde su llegada a Valladolid, pasando por el momento álgido de Bernardo de Hoyos y el amargo camino del destierro.
El segundo se centra en su "infancia y juventud" (11-62), aunque continúa con la historia corporativa de los jesuitas ("retorno de la Compañía de Jesús a Valladolid"), su infancia y juventud, con los estudios en el colegio de San José y la Universidad, su integración en la Asociación Católica de Escuelas y Círculos, su vida familiar y su pertenencia al apostolado de la oración, adoración nocturna y Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes.
El tercero "la maduración de su vida en el liderazgo de las obras" (63-106) se refiere en concreto al colegio san José, la asociación de antiguos alumnos y la aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia en torno a la Casa Social Católica.
El cuarto "tiempos de penuria y quiebra de la vida social" (107-146) se centra en el desarrollo de su obra y misión en los años difíciles de la dictadura de Primo de Rivera, la república anticatólica que llega a cosechar como mártir al Hermano José Sanz Tejedor (San Cirilo Bertrán) que fue director de las Escuelas de la Casa Social, la guerra civil.
El quinto "posguerra y reorganización de las obras (1939-1945) (147-160) rescata toda la gran tarea de restaurar y poner al día la poderosa acción social y educativa acometidas. Se menciona el Monumento recordatorio a los mártires y héroes por Dios y por España, el rumbo del Colegio Mayor "Menéndez Pelayo", la Residencia Universitaria, las bodas de plata de la AAA, las crónicas del Colegio San José, la venta del inmueble de la Casa Social y el retorno a Ruiz Hernández.
El sexto "todo está cumplido" (161-174) se refiere a los últimos momentos de su esposa Manuela Rodríguez, así como los del propio protagonista, su muerte, la continuidad institucional y familiar, los homenajes.
El séptimo "a modo de epílogo" (175-184) recoge alguno de los frutos sazonados de tan generosa siembra. La pervivencia del Colegio San José, Las "Escuelas de Cristo Rey" generadas a partir de la venta del inmueble de la Casa Social Católica, las renovadas Comunidades de Vida, la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, la parroquia de Nuestra Señora del Pilar en Vadillos y del Carmen de las Delicias, la obra educativa del P. Marín Triana transformada en el centro concertado Safa-Grial surgida al calor de la Caja de Ahorros Popular, DESOD y CEDECYL al calor de la Casa Social Católica.
El octavo (185-187) contiene dos anexos, el de la genealogía resumida de Juan Duro y el de los créditos fotográficos (186) con el de índice (197) de123 decisivas fotografías que nos ayuda a dar rostro al personaje, a su familia, así como a la obra acometida, en las coordenadas de tiempo y lugar.
El noveno "bibliografía" (187-196) nos da cuenta de la calidad de las fuentes usadas para el trabajo y que divide en cuatro apartados: bibliografía general, guía de obras publicadas durante la restauración de la Compañía en Valladolid, selección de artículos de "Vallisoletana" y los 19 números publicados en Fondos Documentales de la Casa Social Católica de Valladolid.
Una mirada hacia el pasado reciente, el que se inicia a finales del siglo XIX y alcanza la posguerra española, nos desvela a un personaje fascinante en el horizonte de la educación y la acción social de su tiempo, vinculada con la restauración de la Compañía de Jesús en Valladolid y el desarrollo programático de la encíclica Rerum novarum, del papa León XIII, por tierras castellanas: Juan Duro González-Ibarra. Doctor en Derecho, antiguo alumno del Colegio San José, padre de familia, asumirá en 1916 la presidencia de su Asociación de Antiguos y también en parecido periodo la presidencia de la Casa Social Católica de Valladolid hasta la fecha de su muerte en 1945; instituciones que supusieron una sorprendente novedad ante los grandes interrogantes históricos del momento, sin obviar el relieve humano y religioso en este caso de Juan Duro González y de los hombres que le acompañaron, bajo la égida de la Compañía. Su compromiso con Valladolid se extendió al asociacionismo religioso de la ciudad.
Fue deudor de una tradición religiosa y humanística retomada en 1881 en la ciudad de Valladolid por la Compañía, y a su vez multiplicó aquella semilla en obras e iniciativas siempre conectadas con aquel bien común necesario para que una sociedad merezca su nombre, en íntima y estrecha colaboración con jesuitas insignes de feliz memoria como los PP. Marcelino de la Paz y Sisinio Nevares. Su dedicación y entrega a esa causa no fue en vano y mucho de aquella siembra sobrevivió al desastre de la Guerra Civil y se multiplicó, gracias a una continuidad identitaria y a un laicado que asumió su compromiso, denso en esperanza para los hombres y mujeres de su tiempo, en el marco de la sociedad y la iglesia vallisoletana.
Cuando Juan Duro González nació en 1870 en Santoña, Cantabria, España, su padre, Tomás Duro Valdemoros, tenía 34 años y su madre, María Guadalupe González Ybarra, 27. Se casó con Manuela Rodríguez Pardo en 1903 en Valladolid, Castilla y León, España. Tuvieron al menos un hijo. Murió el 1 de noviembre de 1945, en Valladolid, Castilla y León, España, a la edad de 75 años.
En Juan Duro coinciden y se integran las dos perspectivas propias de la Compañía: hombres de lo eterno, anclados en las realidades temporales, síntesis entre espiritualidad corazonista y la doctrina social de la Iglesia, implantación del reinado social de Cristo y, devoción al Sagrado Corazón.
Su protagonista cobra su mayor interés histórico a la luz de la restauración de la Compañía en España, que coincide con sus años de juventud, con el final decadente socio político del siglo XIX que se prolongará en el XX hasta la Guerra Civil española, y con el despertar de la conciencia católica en materia social, alumbrada por la encíclica Rerum Novarum de León XIII. Su motivación no será tanto el compromiso político como el de apostar a favor de una sociedad civil articulada en sus distintos estamentos, poniendo en juego su propia existencia al entregarse por entero, desde el catolicismo social vallisoletano, a la formación del laicado, poniendo los elementos necesarios para construir todo un tejido corporativo de obras en el Valladolid de su tiempo, al calor del empeño social de la Compañía de Jesús, alimentada por la fuerte espiritualidad de san Ignacio de Loyola.
Como certeramente señala el autor, "la virtud de estas páginas, al resaltar la figura de Juan Duro González, presente en la Asociación de Antiguos Alumnos, y también en la Asociación Católica no denota una coincidencia debida al azar de las circunstancias, sino la íntima unidad y sinergia entre las obras de la Compañía, porque tanto la una como la otra se ordenaban al fin sustancial: la formación y la maduración de la vida cristiana, en orden al bien social y espiritual de la sociedad. Intensa cultura, intenso compromiso, intenso testimonio. Era, me atrevo a decir, un anticipo de la llamada del Vaticano II a la participación de los laicos en la vida de la Iglesia" (pp.2-3). Podríamos añadir que encarnó proféticamente el magisterio de nuestros últimos papas, el de la encíclica "Dilexit nos» de Francisco sobre el amor del corazón de Jesús, y el de la primera exhortación apostólica del Papa León Dilexi te acerca de su amor por los pobres.
José Antonio Benito Rodríguez
+ P. Fermín Rodríguez Campoamor, SJ (1933, Asturias-2024, Lima)
Cuando el P. Armando Nieto, SJ, me entregó en mano una carta manuscrita firmada por el P. Fermín R. Campoamor en Lima hacia el 2017, no lo podía creer; en ella -sin saber a quién escribía me felicitaba por el libro "Teresita, la sobrina más engreída de América" que le había prestado el citado P. Nieto y solicitaba comprarlo para tenerlo. Vagamente recordé su apellido pues había sido mi profesor de Religión en 1977 en la Escuela de Magisterio de Salamanca. Increíblemente habían pasado 40 años. Le hice llegar el libro por nuestro amigo común P. Nieto ¡por fin! en el 2018 puede visitarle. Le recordé cómo nos enseñó el primer día de clase el modo de tratar las persianas para que no se rompieran y mi "protesta" cuando comenzó sus clases con Marx, Freud, Nietzsche. Le dije que estaba (estábamos) saturado de la crítica sin conocer realmente el cristianismo pues varios de nuestros profesores eran acérrimos marxistas-leninistas y que servidor -convertido recientemente en los Ejercicios de San Ignacio-, al igual que sus compañeros lo que esperaba de la clase de religión era precisamente que nos hablase de Cristo. La verdad que me escuchó "sinodalmente" y al día siguiente empezó de frente con el cristianismo, claro que en la versión de H. Kung, pero ¡bueno! Su intención fue la mejor. 40 años después se lo recordé con el mayor afecto y siempre agradecido por su magisterio a los universitarios salmantinos de los 70.
Fue el comienzo de un reencuentro gozosísimo en el que pude escuchar de sus labios toda su pasión misionera, su lucha impertérrita por los derechos humanos entre los fieles de Santa María de Nieva, Condorcanqui, y luego de la Parroquia de Chiriaco, Bagua, con el estilo de Jesús de Nazaret y el santo de Loyola. Me mostró los cientos de cartas y artículos misioneros que deseaba publicar y que todavía no he logrado ver. Dios quiera que se impriman y se difundan.
Al regresar a España no pude despedirme y me enteré meses después de su partida a la Casa del Padre. Les comparto la noticia de su deceso con la homilía y artículos publicados como memoria y gratitud.
Oremos en acción de gracias por la vida de nuestro hermano, el P. Fermín Rodríguez Campoamor SJ, fallecido el 20 de setiembre de 2024 en la Enfermería Jesuita de Fátima, Lima, a los 91 años, 73 años de Compañía, 60 años de sacerdocio y 53 años de Últimos Votos.
SEMBLANZA
Fermín Rodríguez nació el 4 de marzo de 1933 en Navia (Asturias), España. Hijo de José María y Julita, fue el cuarto de cinco hijos. Ingresó al Noviciado en Salamanca, España, el 23 de setiembre de 1950, cuando tenía 17 años. Estudió Humanidades en el Juniorado de Salamanca de 1952 a 1955 y luego filosofía en la universidad de Comillas (Santander) de 1655 a 1958. La etapa de Magisterio, que los jesuitas hacemos antes de estudiar teología, la realizó de 1958 a 1961 en el Colegio Apóstol de Vigo, como profesor de literatura. Estudió teología en la universidad de Comillas (Santander) de 1961 a 1965. Fue ordenado sacerdote el 14 de julio de 1964 en Comillas (Santander) por Mons. Federico Melendro SJ. De 1965 a 1966 estudió un diplomado en Pastoral y Catequética en el Instituto Lumen Vitae de Bruselas. Culminó su formación con la Tercera Probación en Salamanca de 1966 a 1967 y el 2 de febrero de 1971 pronunció sus Últimos Votos en la misma ciudad.
La vida apostólica de Fermín se desarrolló entre España y Perú, donde se dedicó a la docencia, la catequesis, la labor pastoral y de acompañamiento, teniendo especial cuidado, cariño y cercanía con los pobres y vulnerables.
Luego de su ordenación sacerdotal, Fermín vivió en Salamanca de 1967 a 1977, realizando diversos trabajos: colaborador en la liturgia del templo de la residencia jesuita, profesor en la Escuela Universitaria de Formación Profesional, Capellán de Gitanos en Cáritas, profesor de cursos de catequesis en la Delegación Diocesana de Catequesis y director del cine club de la Congregación Universitaria FECUM. De 1977 a 1990 pasó a vivir en su natal Navia, Asturias, donde fue párroco en la Diócesis de Oviedo y profesor de filosofía en el Instituto Manuel Suárez. De 1990 a 1993 trabajó como coadjutor de la parroquia de Vigo y profesor de religión en el Colegio Apóstol.
Fermín llegó al Perú a fines de 1993, como respuesta al pedido del Provincial del Perú al Provincial de España de un jesuita para trabajar en la Amazonía. Desde entonces hasta 2017, trabajó en la zona de selva del Vicariato San Francisco Javier, primero como párroco de la Parroquia Virgen de Fátima de Santa María de Nieva, Condorcanqui, y luego de la Parroquia de Chiriaco, Bagua. Fermín será recordado por su trabajo pastoral cercano y ameno, por su disponibilidad para celebrar los sacramentos con la gente del pueblo y por llevar cine a las comunidades, creando momentos de alegría y conexión. También se caracterizó por su valentía para defender a los más frágiles y enfrentar las injusticias, priorizando siempre el bienestar de quienes más lo necesitaban. De esa manera sembró amor y justicia, y su legado nos invita a hacer lo mismo.
En 2018 fue destinado a la enfermería jesuita de Fátima, Lima, donde pasó sus últimos años cuidando de su salud y colaborando en la parroquia y en el Penal de mujeres Santa Mónica de Chorrillos.
Demos gracias a Dios por la vida y misión de Fermín, en especial por su vocación misionera que lo llevó a la Amazonia peruana para anunciar el mensaje de paz y justicia del Evangelio.
Homilía pronunciada por el P. José Luis Gordillo SJ sábado 21 de setiembre, Parroquia Nuestra Señora de Fátima de Miraflores..
Quiero empezar leyendo un pedazo de la carta que Fermín escribió a su familia al llegar a Santa María de Nieva el 26 de noviembre de 1993. (Carta N° 3)
"Queridos todos: Esta es mi tercera carta desde el Perú, pero la primera desde Santa María de Nieva, mi estación término del más largo, arriesgado y espectacular viaje que he hecho en mi vida desde Lima, en la costa sur a orillas del Pacifico, hasta Nieva, en la selva norte a orillas del Marañón. Llegué ayer, jueves 25 de noviembre, con muchas cosas que contaros… Salimos de Jaén a las cinco de la tarde del pasado miércoles día 24 después de despedirnos de Mons. José María Izuzquiza, Obispo y Vicario del Vicariato de San Francisco Javier, agradeciéndole su bendición y buenos consejos junto con sus últimas ocurrencias chistosas que son la manifestación de su permanente buen humor. Así, riéndonos, salimos de la sede del Vicariato hacia su parroquia en plena selva, capital de la provincia de Condorcanqui desde el año 1984. El chofer de la camioneta se llama Walter y los pasajeros somos dos: Manuel Ruiz del SAIPE acompañado de la importante semilla brasileña que nos apremia a viajar con la mayor rapidez posible, y el que os escribe, que es el único de los tres que entra por primera vez en la selva y solo desea llegar a Nieva cuanto antes pero no sin detenernos de paso en Yamakaientsa para saludar al P. José María Guallart. Nuestro plan era, pues, cenar en El Muyo (último centro poblado no nativo antes de la selva), dormir en Chiriaco (Walter en su casa y los dos españoles en el colegio de las Siervas de San José en el mismo Chiriaco) y, a primera hora de la mañana, viajar desde Chiriaco a Imacita, puerto fluvial del Marañón, donde embarcaríamos para Nieva.
Cuando dejamos El Muyo ya había anochecido. ¿Y la selva? Le pregunté a Walter cuánto faltaba para entrar en ella. Me respondió: «Hace tiempo que estamos dentro de la selva». Y yo sin enterarme. Efectivamente observé que ya habíamos abandonado el asfalto y caminábamos sobre tierra y piedras en medio de la noche entre dos como muros de espesura verde compacta y continua, iluminada sólo por los focos de la camioneta. Pensé si alguna fiera podía saltar a la carretera y crearnos algún problema. Entonces descubrí al final de una recta dos grandes bultos que parecían moverse sobre la carretera. «¡Cuidado!»-dije en voz alta- e inmediatamente me avergoncé de la palabra dicha cuando descubrí, ya más cerca, que los dos temibles bultos eran dos mansísimos burritos asustados por nosotros. Walter se reía. Mas allá casi aplastamos a una ranita y después un gato dio un gran salto para librarse de nuestras ruedas. Y todo parecía una selva al revés de lo previsto. Nuestra camioneta era la única fiera salvaje que sembraba el terror a todos los pacíficos animales de aquella tranquila selva".
Queridos hermanos y hermanas,
Hoy nos reunimos para recordar y celebrar la vida de nuestro querido Fermín Rodríguez Campoamor, un sacerdote que dedicó su vida al servicio y amor de las comunidades de la Amazonía. Con 91 años de vida, 73 de ellos como jesuita y 60 desde su ordenación sacerdotal, su legado perdura en cada uno de nosotros.
Fermín nació el 4 de marzo de 1933 en Navia, Asturias, España, y a los 17 años ingresó al Noviciado en Salamanca. Desde sus primeros años, mostró una vocación profunda que lo llevó a estudiar Filosofía y Teología, siendo ordenado sacerdote el 14 de julio de 1964. En 1993, llegó a Perú, donde trabajó en el Vicariato de Jaén y se estableció en Santa María de Nieva, Condorcanqui, Amazonas, donde permaneció hasta 2017. Durante esos años, se desempeñó como párroco y construyó vínculos sólidos con las comunidades Awajún y Wampis.
La vida de Fermín fue documentada en su libro Cartas desde la selva, donde relata sus experiencias y reflexiones desde 1993 hasta 2001. En estas cartas, podemos encontrar sus primeras sensaciones al llegar a esta tierra nueva y su deseo de insertarse en la vida de la comunidad. Cada página refleja su amor por la Amazonía y su compromiso inquebrantable con los más vulnerables.
Fermín no solo compartió la Eucaristía, sino que también llevó cine a las comunidades, creando momentos de alegría y conexión. Recuerdo las noches que compartimos viendo películas de Charles Chaplin, donde su risa y su cercanía iluminaban nuestros corazones.
Su valentía al defender a los más frágiles es un testimonio de su espíritu indomable. Nunca dudó en enfrentarse a las injusticias, priorizando siempre el bienestar de quienes más lo necesitaban. En su vida, Fermín sembró amor y justicia, y su legado nos invita a hacer lo mismo.
En la tradición jíbara, a la que pertenece el pueblo Awajún, las mujeres del clan se encargan de la agricultura y siembran, junto a las semillas de Yuca o maní, unas piedrecitas conocidas como "Nantaj" que representan una suerte de amuletos que sólo funcionan cuando un "Anent" les da una finalidad específica, un deseo. Al igual que ellas, Fermín sembró en muchos corazones semillas de alegría, amor y justicia, recordándonos que todos, sin importar género o identidad, tenemos la capacidad de cultivar lo mejor de nosotros. Su vida nos mostró que sembrar amor es una tarea que nos une como humanidad.
La segunda imagen que quiero evocar es la de los wacanes, las mariposas azules que simbolizan el paso a otra dimensión. Aunque Fermín ha dejado esta vida, su espíritu sigue volando entre nosotros, trayendo alegría y esperanza. Nos invita a vivir con amor y a celebrar la vida, recordándonos que su legado continúa vibrante en nuestras acciones y en nuestros corazones.
"Por eso, la tentación en que me dejo caer fácilmente, si ellos me lo permiten: hacerles una foto para mantener el recuerdo del encuentro. Una foto-estampa, un icono para admirar y venerar la obra y la presencia de Dios en sus rostros, en su cuerpo, en sus vidas. Así, de pronto, te encuentras en medio de la selva como dentro de una catedral. Ya os lo dije hace cuatro años desde el Cenepa (Carta N° 46 del 6 abril 1997). Es decir, la selva es una catedral hecha por El mismo con piedras vivas, no muertas, sin muros ni puertas cerradas, con espacios libres por donde Dios se pasea con el hombre como en el Paraíso al caer de la tarde con Adán-Humanidad (Gen 3,8). Nada hay comparable a un rostro humano y no hay cumbre que me acerque más a Dios a quien no le gusta ya aparecer en las montañas ni en las nubes o estrellas asombrando o amedrentando a los hombres, sino mirándonos horizontalmente, -sonriendo o llorando- en esos rostros que descubrimos cerca de nosotros y nos acompañan y encontramos vivos y pobres en medio de la selva" (Carta N° 80, 2001).
Hoy, al despedir a Fermín, honramos su vida no solo con tristeza, sino con alegría por el impacto que tuvo en nuestras vidas. No siempre coincidimos en las visiones que teníamos sobre el mundo amazónico, pero Fermín conocía muy bien el Río Nieva, las partes más bajas y lo difíciles que eran las partes altas del río en las que el inolvidable y risueño Pangusho recomendaba dejar el bote grande y seguir el viaje en peque-peque para ir en medio de las Cashuelas y llegar hasta las últimas comunidades en donde los Etsejeins lo esperaban para oírlo hablar en las visitas, estar en la misa, ver películas y recibir la catequesis.
Su amor, terquedad, dedicación, libertad y valentía son un llamado a cada uno de nosotros a seguir sembrando en el mundo semillas de respeto y dialogo, como lo hacen las mujeres Awajún, a ser portadores de alegría y esperanza, tal como él lo fue.
Alguna vez el inmortal Jorge Guillén escribió sobre la resurrección unos versos en los que parece que nos encontramos todos un día como hoy, sábado:
Sábado.
¡Ya gloria aquí!
Maravilla hay para ti.
Sí, tu primavera es tuya.
¡Resurrección, aleluya!
Resucitó el Salvador.
Contempla su resplandor.
Aleluya en esa aurora
que el más feliz más explora
Se rasgan todos los velos.
Más Américas, más cielos.
Ha muerto, por fin, la muerte.
Vida en vida se convierte.
Que la memoria de Fermín nos inspire a vivir con generosidad y amor, creando un mundo donde cada uno se sienta valorado y acompañado. Que así sea.
Del artículo Javier Junceda para "La Nueva España" de Asturias 21 SEPT 2024
Polemista y ágil conversador, bienhumorado, escritor incisivo, te miraba a los ojos cuando te hablaba. Soñaba con volver por las fiestas de La Barca a Navia, pero barruntaba que era ya imposible. Cuando retornaba era muy feliz entre los suyos. Y deja una huella imborrable en su concejo natal, donde fue profesor y cura.
Fermín pasa a engrosar la larga nómina de santos asturianos en el Perú, ya estén en curso oficial de serlo o no. Se une a los Apaktone o madre Covadonga, entre un larguísimo etcétera. El cielo se está llenando de venerables asturianos que seguro que ayudarán a interceder por su tierra natal.
Venancio Martínez Suárez https://www.lne.es/asturias-exterior/2024/09/22/jardin-hora-brisa-108401787.html
Esta segunda etapa la separa a su vez en dos señaladas por la fecha del 5 de junio de 2009, en la que el gobierno de Alán García "arremetió con armas de guerra contra un pueblo que reclamaba pacíficamente sus derechos", provocando en pocas horas –según las fuentes de información más creíbles– la muerte de 33 indígenas y militares, además de cientos de heridos. En Perú se conoce este trágico enfrentamiento como "El baguazo", la masacre de Bagua, de la que Fermín fue protagonista en primera línea con su presencia, su apoyo a las víctimas y unas beligerantes "Hojas parroquiales", recopiladas en 2013 con el título "Una herida abierta" y desde las que también realizó la crónica de la situación de los tres nativos "awajunos" que llevaban recluidos improcedentemente (sin pruebas, sin asistencia legal, sin traductores, sin ser juzgados) más de cinco años. De Santa María de Nieva se trasladó en aquel fatídico 2009 a la próxima parroquia de Chiriaco, más cerca de La Curva del Diablo y La Estación 6, donde se produjeron la mayor parte de los fallecimientos. Tras 25 años en la selva ("los mejores de mi vida", decía) pasa a residir en Lima forzado por algunos problemas de salud.
En una de sus cartas nos recuerda que llego a Santa María de Nieva "cuando lucía un sol espléndido del mediodía", descubriendo desde la embarcación sobre una colina de la margen derecha "un pequeño y hermoso pueblo concentrado bajo una iglesia blanca que se reflejaba en el río", y que le trajo (…) "inevitablemente el recuerdo de mi pueblo natal". Navia y nieva, semejanza fonética; "el río en la base, el caserío en la colina al pie de la iglesia blanca en la cumbre". (…) "Voy a poner por primera vez mis pies en esta tierra firme, nos contaba, la más querida, donde Dios quiere que camine o navegue para llevar el evangelio a todos". Relata su primera entrada en la selva (19 de diciembre del 93): "Te sobrecoge entrar en ella, pero de pronto te familiarizas". […] "Lo más acogedor es la sombra que te acompaña y suaviza tus sudores y te libera de tus imaginaciones novelescas de aventuras…". Con los días va penetrando en un cambio de cultura y de medios que exige un desprendimiento radical, en el que todos los aspectos de su vida pasaron a estar determinados por cosas y personas diferentes. La primera reconversión debió de ser el renunciar a los privilegios del mundo que dejaba y, en alguna medida, desintoxicar el corazón, que es lo que en nosotros decide nuestra toma de posiciones y nuestro valor. Puede suponerse por sus comentarios que empezó a ser desde el primer día un hombre diferente, indudablemente mejor. Su vida y sus relatos son buena prueba de todo ello. Tuvo claro hasta el fin su encargo de sembrar la fe, sin claudicar, con valentía y generosidad; y hasta con alegría y buen ánimo, palabras que se repite con frecuencia. Recibió muchísimo cariño y muchas personas que no conocía oraron con él y por él, lo que puede imaginarse que reforzó su voluntad de contribuir a mejorar su mundo. En una de sus misivas hace un canto de apego e identificación con todo lo que le rodea: "Nada de lo creado con ser tan maravilloso es imagen de Dios: solo los hombres y mujeres lo son. Y allí, en medio de ese paraíso que sigue siendo la selva, logro ver a Dios de la única manera posible para nuestros ojos: en la mirada y la sonrisa, y en las lágrimas también, de quienes son sus imágenes". A lo que suma unas palabras históricas: […] "Dios paseaba por el jardín a la hora de la brisa (Gen. 3,8)".
Entendió muy bien el implacable mandato de venerar y perseguir la voz de Cristo en los que poseen bondad natural, la bondad llena de dones interiores. La sencillez, la alegría de cada día, la generosidad. De quienes incluso cuando sufren la violencia no cargan con amargura ni sienten afán de venganza: la religión les ofrece la posibilidad de echar fuera cualquier odio y sanar las heridas. Hablarles de religión es precisamente eso, intentar sanarlos.
El Padre Fermín escribió magníficamente, con gran naturalidad y acierto, que no le abandonan ni cuando está relatando las cosas más nimias. Observa profundamente, lo que explica la gracia de alguna de sus descripciones. El corazón siente, se suele decir, y deja a la escritura la facultad de contar. Es así.
Fermín Rodríguez Campoamor fue profesor de filosofía en el Instituto "Manuel Suárez" de Navia a finales de los años 70 del pasado siglo, en un momento de gran efervescencia social y política. Fue un gran docente, pudiendo quienes fuimos sus alumnos recordarlo caminando por la parte anterior del aula dirigiéndose a nosotros con el libro abierto sobre sus manos, entresacando de sus páginas textos, ideas de los movimientos de pensamiento, referencias biográficas de los grandes filósofos de cualquier tiempo. Cabeza ordenada, palabra precisa y clases bien preparadas. Recuerdo sus exámenes como exigentes, sus calificaciones como generosas. Es decir, que además de enseñar y formar, entiendo que buscaba reconocer a los que se salían de los que pertenecíamos al montón. Se reía con facilidad y podía mostrar un gesto severo si se le distraía durante la lección.
https://inmemoriam.jesuitas.pe/2024/09/20/p-fermin-rodriguez-campoamor-sj/
"PILINA", LA VENERABLE MADRILEÑA DE 10 AÑOS
Sierva de Dios María del Pilar Cimadevilla
¡Qué sorpresa saber de su vida cuando estaba gozando de la belleza artística de la parroquia de san Ginés, en el corazón de Madrid! Les comparto la información que ofrece su página web. https://www.parroquiadesangines.es/pilina/
Esta niña madrileña sufrió la enfermedad de Hodgkin, que apagó, a los diez años de edad, su breve existencia. María del Pilar Cimadevilla López-Dóriga ofreció su enfermedad con espíritu misionero.
Conocida familiarmente como "Pilina", nació en Madrid el 17 de febrero de 1952, hija de D. Amaro Cimadevilla y de Dña. María del Rosario López-Dóriga. Desde temprana edad se caracterizó por su genio vivo que le ganó el apelativo de "La Brava". Dócil e inteligente, empezó a destacar al poco tiempo por su piedad. La Primera Comunión marcó un hito en su vida: "Mi Primera Comunión fue toda para Jesús", diría ella misma.
A los nueve años fue internada en el Hospital Militar Gómez Ulla , en Madrid, debido a una enfermedad dolorosa e irreversible. Pilina sufrió inapetencia y cansancio extraordinarios. Fue atendida por las religiosas Hijas de la Caridad quienes le proponen formar parte de la Unión de Enfermos Misioneros. La niña se entusiasmó de tal modo con la idea de ofrecer sus sufrimientos por las misiones, sabiendo que sus sufrimientos podían ser convertidos por el Señor en fuente de conversión y salvación de muchos, que toda su vida se convirtió en un acto de entrega al Señor. Aquí es donde comenzó a mostrarse lo extraordinario de Pilina: su heroísmo en el sufrimiento. No se quejaba de sus fuertes dolores, no solicitaba sino la ayuda indispensable y se preocupaba más de los demás que de ella misma.
Toda su vida se convirtió en un acto de entrega al Señor.
Jesús se comunicaba con ella con toda naturalidad. Un día le dijo que pronto vendría a buscarla, pero que tendría que sufrir todavía un poco más, porque podría ser santa. Así lo comunicó Pilina a sus padres, llena de gozo. Un día después, el 6 de marzo de 1962, la niña cayó en brazos de su madre, recién cumplidos los diez años de edad.
La enfermedad maduró su alma de tal forma que causó asombro en cuantos la conocieron en el hospital. Su heroísmo en el sufrimiento y el sacrificio que hasta el final creyó estar realizando por las misiones, no tenía explicación natural.
Hoy, en proceso de beatificación, su vida ha asombrado a cuantos han tenido noticia. Pilina fue una niña precoz en cuanto a la vida espiritual. Mostró siempre una sensibilidad especial para lo religioso: rezaba frecuentemente y con una atención nada común para su edad, se recogía a menudo en la iglesia para orar y meditar y seguía prontamente cualquier indicación relativa al cultivo de la vida espiritual.
La Congregación para las Causas de los Santos promulgó el 19 de abril de 2004 quince nuevos decretos que abren la puerta a las canonizaciones y beatificaciones de numerosos Siervos de Dios, incluyendo a la niña española. La Congregación también proclamó las virtudes heroicas de esta Sierva de Dios, y su causa queda solamente a la espera de la confirmación de la fecha de la Beatificación.
Su cuerpo reposa en la Capilla de la Virgen del Castillo de la Real Iglesia Parroquial de San Ginés.
ORACIÓN (Para rezar en privado)
Señor, Dios nuestro,
que otorgaste a tu Sierva María del Pilar Cimadevilla, "Pilina",
la gracia de servir a la Iglesia con alegría en la enfermedad
ofreciendo sus sufrimientos por las misiones,
por mediación de la Santísima Virgen María,
dígnate glorificar a tu Sierva Pilina
y concédeme por su intercesión
el favor que te pido… (pídase). Así sea.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Para comunicar favores otorgados por Pilina o solicitar información escribir a: beatificacionpilinasangines@gmail.com
Si desea promover el conocimiento de la vida de Pilina y la difusión de su devoción, puede realizar su donación en la cuenta corriente de CaixaBank ES40-2100-2865-5213-0032-8597 o realizando un Bizum, utilizando la opción «donativos» en el número 00464. En ambos casos debe indicar en el concepto: «Beatificación de Pilina».
Siempre puede haber motivos para acrecentar la fe y renovar la esperanza
Seamos coherentes con el significado de las fiestas que nos disponemos a celebrar
MANUEL ANTÓN RUEDA
Me complace compartir la confortadora vivencia que escuché de labios del autor en el marco del X Encuentro Nacional Laicos en Marcha, el 8 de noviembre del 2025, Zamora, y que ha tenido la generosidad de enviármela en la versión publicada en La Opinión-El Correo de Zamora 22 de diciembre de 2020. Magnífico texto para meditar en vísperas de Navidad.
Hace veintiséis años -en 1994- pasé las navidades en un hospital. Las pasé acompañando a una persona que padecía una dura enfermedad que, ambos sabíamos, se la llevaría por delante. La persona a la que acompañaba era mi mujer, que sufría un cáncer terminal que, además de estar arrebatándole la vida, le provocaba unos dolores tan insoportables que habían llegado a desfigurar su rostro hasta el extremo de dejarla irreconocible. Solo la morfina, aplicada a grandes dosis, hacía que pudiera soportar el hecho de seguir viva; hasta que sucedió algo que, aun hoy, cuando lo recuerdo, me sigue poniendo los pelos de punta por lo que de milagroso, o inexplicable para mi, pudo tener.
Era el día de Navidad de 1994, alrededor de las cinco de la tarde, cuando, sin avisar, apareció por el hospital un sacerdote amigo que, me dijo, quería estar a solas con mi esposa. Sin dudarlo, accedí a su petición y salí de la habitación.
No recuerdo bien el tiempo que nuestro común amigo estuvo a solas con mi mujer, ni lo que pudo pasar dentro de la habitación 202 del Hospital Virgen de La Concha durante aquel rato, pero lo que no olvidaré mientras viva es el semblante de placidez que, cuando él salió, había recobrado su rostro. En solo unos minutos, Lilí (así se llamaba mi esposa) que sufría de manera desgarradora, física y moralmente, por el dolor que le producían los tumores y por ser consciente de que ya nunca más volvería a ver a sus hijos, pasó de la desesperación a la paz, sin que nadie más que quienes tienen mucha fe en Dios hayan podido explicarme cómo ni por qué sucedió lo que vieron mis ojos. A los pocos días, mi mujer se quedó dormida y nunca más volvió a despertar.
Desde entonces, yo, que en aquellos momentos me debatía entre la asunción de la cruda realidad y la esperanza en una vida mejor para ella, jamás he vuelto a poner en duda la existencia de un "algo excepcional", espiritual, que trasciende mucho más allá de lo que pueden ver los ojos e incluso alcanzar a imaginar las mentes, pero que está ahí, entre nosotros, y solo hace falta que se produzcan ciertas circunstancias para que podamos llegar a sentirlo. No sé si es un ser divino, porque desconozco el significado de tal término; tengo claro que no es humano, porque no creo que se le pueda ver ni tocar, pero sí creo firmemente en su existencia como ser espiritual, porque aunque no se le pueda ver, su cercanía, cuando menos te lo esperas o más lo necesitas, se puede llegar a notar.
Se preguntarán, estimados lectores ¿y por qué nos cuenta este señor ahora tan intima experiencia? Pues porque en los tiempos que corren no considero que sea tan osado intentar abrir caminos a la esperanza a quienes puedan estar en disposición de recorrerlos; por eso, tras haberles contado lo que yo mismo viví aquel 25 de diciembre de 1994, deseo decirles que, a pesar de todo lo malo que está aconteciendo, quisiera transmitir un mensaje de aliento a cuantas personas estén padeciendo por los efectos de la Covid 19, o por cualquier otra causa, y animarles, porque aunque no estén atisbando el final del túnel, siempre puede haber motivos para acrecentar la fe y renovar la esperanza.
Y qué mejor ocasión para que nos reencontremos con la fe y recobremos la esperanza en que volveremos a la tan ansiada normalidad que las fiestas que se avecinan, fundamentalmente, por lo que significan, o deberían significar.
Por ello, permítanme que les proponga que, este año, ya que no vamos a poder celebrar las navidades como hubiese sido nuestro deseo, tal vez fuera bueno que en los prolegómenos de la Nochebuena, nos juntemos con quienes nos juntemos para cenar, quien se pueda sentir concernido, por sus convicciones o por lo que sea, recuerde al resto de comensales las raíces de tal celebración, y lo haga sin el menor rubor, entre otras razones, porque es bueno que nos "situemos" y seamos coherentes con el significado de las fiestas que nos disponemos a celebrar; que no es otro que la conmemoración del nacimiento de Jesús de Nazaret -Jesucristo- que es la figura en torno a la cual se conformó la religión que la mayoría de los que puedan llegar a leer esto tal vez profesen, algunos practiquen y, sin lugar a dudas, a todos los que vayamos a celebrar la Navidad nos debería hacer reflexionar. Lo contrario sería muy triste, porque sería algo así como si varios hermanos y hermanas se reuniesen para conmemorar el nacimiento de la madre, o el padre, ya ausente, y ni siquiera evocaran su recuerdo.
Espero no haberme inmiscuido en los sentimientos de nadie. Solo he pretendido llamar la atención de los que, tras haberme leído, y sintiéndose concernidos, hayan querido o podido entenderme.
¡Feliz Navidad a todos!
Juan Antonio Martínez Camino. Los 39 mártires de 1934 en España con los santos de Turón a la cabeza (Encuentro, Madrid, 2025, 176)
Comparto algunos textos de la obra para animarles a leerla. Bastaría con ver la calidad del autor. Lo mismo hay que decir del prologuista. Vean el índice y las primeras palabras introductorias.
Comienza con un lúcido y valiente prólogo a cargo de Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, diócesis precisamente en la que sufrieron el martirio nuestros protagonistas. Se titula "EL MARTIRIO, VIVENCIA CRISTIANA", y en el mismo nos indica con precisión que "El año 1934 fue un ensayo general para la puesta en marcha de una revolución más amplia y, especialmente Asturias, fue el escenario escogido para la terrible aventura de un aprendizaje cruel en la barbarie de la más censura dora intolerancia. Amén de otros intentos de corte político, legislativo y administrativo, la persecución religiosa tomará cuerpo en ese año y en esos lares. Será el dramático preámbulo de lo que supondrá luego la persecución religiosa a partir de 1936, especialmente durante los primeros meses de la guerra civil española. En este libro se abordan precisamente los martirios de cristianos en esa coyuntura histórica en torno al preludio de 1934" p.7
"Quedan los nombres laureados con la corona de la santidad y la palma del martirio de estos hermanos nuestros. Con dulzura, sin acritud, sin revancha, ellos han escrito con su sangre la página impresionante de una humanidad nueva y redimida por Cristo, aquel primer mártir cristiano que dio su vida en la Cruz. Es la debilidad que se hizo fuerte, la fragilidad que se hizo testigo". p.12
La revolución de 1934 causó los primeros 39 mártires del siglo XX en España. Este libro ofrece el primer panorama completo de esos testigos de Jesucristo. Los más conocidos son los santos Mártires de Turón y los beatos Seminaristas mártires de Oviedo. Murieron perdonando. Fueron víctimas ese ídolo moderno llamado Progreso, que sigue desorientando tantas vidas y amenazando la convivencia. Su memoria estimula la reconciliación y nutre la esperanza que no defrauda. Uno de los mártires de 1934 tenía sobre su mesa el crucifijo que ilustra la cubierta. Había grabado al dorso las palabras del Maestro: «amad a vuestros enemigos; haced bien y prestad sin esperanza de recibir nada por ello; y será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno aun para los ingratos y malos».
ÍNDICE PRÓLOGO EL MARTIRIO, VIVENCIA CRISTIANA ..............................7
INTRODUCCIÓN LA REVOLUCIÓN DE 1934 Y LOS MÁRTIRES DEL SIGLO XX EN ESPAÑA ..................................................13
Contexto internacional: la Revolución rusa de 1914 y el nacionalsocialismo ......................................................................14
Contexto nacional: la «amenaza fascista» ....................................15
La revolución en Asturias ..............................................................19
Las víctimas de la revolución de 1934 ..........................................21
Los primeros mártires del siglo XX en España ...........................23
Una nube de testigos de esperanza ...............................................26
I. LOS SANTOS MÁRTIRES DE TURÓN (ASTURIAS): SAN CIRILO BERTRÁN, SAN INOCENCIO DE LA INMACULADA Y SIETE COMPAÑEROS ..........................29
Los primeros Hermanos de La Salle mártires del siglo XX en España, la escuela de Turón y el protomártir de los Pasionistas .29 Semblanzas de los santos mártires de Turón ...............................33
El martirio .......................................................................................52
El reconocimiento del martirio .....................................................56
II. LOS SEMINARISTAS MÁRTIRES DE OVIEDO: EL BEATO ÁNGEL CUARTAS Y CINCO COMPAÑEROS ............................................................63
El Seminario de Oviedo en 1934...................................................63
Semblanzas de los beatos seminaristas mártires ..........................66
El martirio .......................................................................................75
El reconocimiento del martirio .....................................................80
III. EL BEATO EUFRASIO DEL NIÑO JESÚS Y LOS BEATOS PAÚLES MÁRTIRES DE OVIEDO ..........83
Oviedo, en la revolución ................................................................83
IV. EL BEATO BERNARDO DE BARRUELO (PALENCIA) Y DOS SACERDOTES DIOCESANOS ASESINADOS EN PALENCIA Y BARCELONA ...........................................97
Mártires en varios lugares de España ...........................................97
V. MÁS SACERDOTES DIOCESANOS Y RELIGIOSOS ASESINADOS EN ASTURIAS ....................107
Los otros diez mártires de las cuencas mineras .........................108
Los otros cuatro mártires de Oviedo .........................................118
VI. DOS SEGLARES MÁRTIRES, EN MONDRAGÓN Y TURÓN ............................................123
APÉNDICE I. TEXTOS ..................................................................139
Oficiales de la Iglesia ....................................................................139
Diversos analistas .........................................................................141
Testigos contemporáneos ............................................................143
APÉNDICE II. TABLAS .................................................................147
Los mártires del 1934, según las fechas del martirio .................147
Los mártires del 1934, según su reconocimiento canónico y su estado de vida ........................................................................151
BIBLIOGRAFÍA ...............................................................................159
ÍNDICE ALFABÉTICO DE LOS MÁRTIRES DE 1934 .........171
INTRODUCCIÓN LA REVOLUCIÓN DE 1934 Y LOS MÁRTIRES DEL SIGLO XX EN ESPAÑA
El 4 de octubre de 1934 estalló en España una revolución, cuyo objetivo era instaurar una República socialista acabando con la II República, que había sido establecida por la Constitución de 1931. Los revolucionarios pensaban que la República era una «república burguesa» que impedía a las clases trabajadoras conseguir sus objetivos y que, por el contrario, permitía la implantación de partidos y políticas que calificaban de «fascistas». La revolución debía producirse en toda España, en particular, en Madrid y Barcelona. Sin embargo, fracasó en estas grandes ciudades y en el resto del país. En cambio, tuvo más éxito en los centros mineros del norte, en especial en Asturias, donde las fuerzas revolucionarias lograron imponerse a la policía y al ejército durante unos veinte días. Se apoderaron de la capital, Oviedo, que sufrió grandes destrozos; y hubo muchos muertos. Por eso, se suele hablar de la «Revolución de Asturias». Pero la revolución fue planificada en Madrid para toda España y también hubo muertos fuera de Asturias, entre ellos, cuatro mártires católicos.
En esta Introducción señalamos con la brevedad imperada los rasgos básicos del contexto internacional y nacional de la Revolución de 1934, entre cuyas víctimas se encuentran los 39 mártires católicos de los que trata este libro, a cuya cabeza van los santos mártires de Turón (Asturias), san Cirilo Bertrán y compañeros. También nos referimos al significado histórico y teológico de estos primeros mártires del siglo XX en España. Contexto internacional: la Revolución rusa de 1914 y el nacionalsocialismo El primer tercio del siglo XX había sido un tiempo de guerras civiles revolucionarias en toda Europa
La más famosa y la de más duraderas y vastas consecuencias fue la que triunfó en Rusia en octubre de 1914, justo veinte años antes de la revolución contra la República española. No es casual que la revolución tuviera lugar en España en ese aniversario simbólico. La victoria del marxismo en Rusia se había convertido para los revolucionarios de toda Europa en modelo y aguijón. En Rusia no se daban las condiciones previstas por la ideología marxista para la implantación de la dictadura del proletariado, fase previa a la sociedad socialista. No era un país tan industrializado como los del centro de Europa, en los que Carlos Marx había pensado. España tampoco lo era. Pero los dirigentes socialistas que planificaron la revolución en Madrid pensaron que las cosas no tenían que resultar peor que en Rusia. Y se decidieron a aprovechar una coyuntura que consideraban buena. Hacía poco más de un año, el 30 de junio de 1933, Adolfo Hitler había sido nombrado canciller de la República alemana, después de haber ganado las elecciones. Los socialistas españoles —y no sólo ellos— veían con preocupación la nueva situación que el nacionalsocialismo planteaba en toda Europa; temían que la ya de por sí compleja situación de la República española se tornara definitivamente desfavorable para ellos en el nuevo contexto europeo. Contexto nacional: la «amenaza fascista» La II República española fue desde el principio, como atestigua la Constitución de 1931, un régimen más apoyado en planteamientos revolucionarios que en principios reformistas. De hecho, el centro-izquierda, los «republicanos», consideraban que la República era «suya», es decir, una herramienta a su servicio para darle la vuelta a la situación social y política y a los principios que habían regido hasta entonces.
Quienes pensaban que las reformas sociales necesarias no deberían hacerse según propugnaban el liberalismo radical y el socialismo marxista eran considerados por los «republicanos» como un peligro para su República. Los «republicanos», aunque con matices diversos, podían suscribir la famosa frase pronunciada por el primer presidente constitucional de la II República, Manuel Azaña, el día que asumió la alta magistratura, el 14 de octubre de 1931: «España ha dejado de ser católica». Coincidían en que el catolicismo y sus principios debían ser apartados o incluso eliminados de la esfera pública en la España republicana. La Constitución abrió la puerta a una persecución legal de la Iglesia católica, que se expresó enseguida, en 1932, en la ilegalización de los Jesuitas e incautación de sus bienes y, en 1933, en la prohibición de la enseñanza a las instituciones católicas, también con incautaciones, entre otros atropellos de derechos fundamentales. Las masas católicas acudieron a las elecciones de noviembre de 1933, en las que, por cierto, las mujeres votaban por vez primera, con ánimo no sólo de defenderse, sino de tratar de reorientar la política general de modo que la República pudiera ser un régimen en el que todos tuvieran lugar, también los católicos. El centro-izquierda perdió la mayoría en las Cortes. El partido más votado, con 115 escaños del total de 473, fue la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderado por José María Gil Robles, tan católico como posibilista reformista en lo político. Sin embargo, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, encomendó la formación de gobierno al Partido Republicano Radical (PRR), de Alejandro Lerroux, que había obtenido el segundo puesto, con 102 escaños, pero que estaba en coalición con el del presidente. Gil Robles aceptó la solución, pues la Alianza de derechas, en la que se incluía su partido, no tenía la mayoría absoluta en la cámara y, por tanto, era necesario pactar. El líder de la derecha, según sus principios reformistas, pensaba que lo mejor era una política gradual que evitara cambios bruscos y reacciones violentas. Con todo, la fuerte oposición que sufrió el gobierno de centro derecha, tanto en un parlamento muy fragmentado y convulso, como en una calle revuelta y envenenada por el sindicalismo marxista (UGT) y anarquista (CNT), ocasionó una crisis de gobierno que llevó a Gil Robles a exigir el nombramiento de algunos nuevos ministros cercanos a su formación política.
Fue la ocasión que dio pie al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) para aventurar la ejecución de la acción revolucionaria que venía planeando de tiempo atrás con la UGT y otras fuerzas «republicanas». En las Cortes surgidas de las elecciones de 1933, el PSOE había perdido 56 escaños, quedando reducido casi a la mitad, con 59. En esta nueva coyuntura, el partido giró fuertemente a la izquierda adoptando la política propugnada por el ala marxista revolucionaria, liderada ahora por Francisco Largo Caballero, y relegando la más posibilista, de Julián Besteiro. Los revolucionarios declararon abiertamente en las Cortes que el «peligro fascista» que, según ellos, suponía el nuevo gobierno, les obligaba a abandonar la arena política republicana y a pasar a la acción revolucionaria. Era cierto que en Europa se dibujaba una dura confrontación entre el comunismo soviético y el nacionalsocialismo alemán. Pero el centro-derecha español, en el gobierno, no era, en realidad, ni de lejos homologable al nazismo; y los partidos más radicales de izquierda y de derecha, el comunista y la falange, resultaban por entonces casi insignificantes. Por eso, el alegado «peligro fascista» no pasaba de ser una lamentable excusa para la revolución socialista, que tensó innecesariamente la vida política y que iba a conducir a un conflicto armado y, a la postre, bélico, según preveía y lamentaba el mismo Julián Besteiro, pero, al parecer, deseaban Largo Caballero y los suyos.
PREMIO CUSTODIUM - EDICIÓN 2025
Acabo de participar en la emotiva ceremonia en la que he recibido la distinción de otros veinte historiadores de España e Hispanoamérica. Agradezco el premio, presento el objetivo del mismo y comparto mi alocución de aceptación.
La Cámara Internacional de Liderazgo, presidida por Teresa Astorga, Presidente Global, me informó con este grato mensaje: "en reconocimiento a su trascendente labor y valioso aporte al estudio y preservación del legado histórico de nuestras naciones, me complace informarle que ha sido nominado al PREMIO CUSTODIUM, importante y merecido galardón que nuestra institución confiere a quienes consideramos verdaderos Custodios de Nuestra Historia.
Su nominación ha sido presentada por la Señora Escritora Lourdes Cateriano Velarde, quien ha destacado su ejemplar compromiso con la difusión del patrimonio cultural y la memoria colectiva, contribuyendo de manera significativa a mantener viva la identidad de nuestros pueblos para las futuras generaciones".
La Ceremonia de Gala Internacional de Entrega del Premio CUSTODIUM se ha llevado a cabo este martes 5 de noviembre a las 14:00 horas (Miami) y 20:00 horas (Madrid), a través de la plataforma Zoom, con dos horas de duración.
Objetivo
Reconocer y premiar a historiadores de distintas naciones por su labor investigativa, análisis riguroso y difusión del legado histórico, destacando su papel como guardianes de la tradición histórica de sus patrias y su contribución al conocimiento y preservación de la memoria cultural para las nuevas generaciones.
Introducción
Este premio, rinde homenaje a los historiadores cuyo trabajo no solo preserva el legado histórico de sus naciones, sino que también inspira el liderazgo en la educación y la difusión cultural. A través de su incansable labor, aseguran que el pasado sea comprendido y valorado por las futuras generaciones.
Enfoque
El evento se centra en destacar y reconocer la labor de historiadores cuyas investigaciones han tenido un impacto significativo en la preservación del patrimonio cultural, fomentando la identidad nacional, la reflexión crítica y la responsabilidad histórica en la sociedad global.
Reto
Garantizar que las investigaciones y análisis seleccionados representen un compromiso auténtico con la preservación del legado histórico y que el evento tenga una proyección internacional que resalte la importancia de los historiadores como líderes culturales y educadores.
Resultados Esperados
Reconocimiento global para los historiadores premiados, difusión de sus investigaciones, y una mayor conciencia sobre la importancia de la historia en la formación de identidades nacionales y en la promoción de un liderazgo cultural transformador.
Conclusiones
El premio no solo celebra la labor de los historiadores, sino que reafirma el poder de la historia como una herramienta de liderazgo y transformación social. Al honrar a quienes preservan el pasado, también inspiramos a las futuras generaciones a continuar el legado del conocimiento histórico y la defensa de la identidad cultural.
Cada uno de los premiados pronunciaba un mensaje; comparto el mío: CUSTODIOS DE LA HUMANIDAD (José Antonio Benito, 5.XI.2025)
Amigos: Muy buenas noches. ¡Qué gusto estar con todos ustedes! Comienzo aludiendo al Siglo XVIII, tiempo en que todo se quería someter a la normativa ilustrada, se editó un "Manual epistolar para damas" en la que se incluyó una carta bien breve de una de ellas: "Mi estimado Luis: Comienzo a escribirte porque no tengo nada que hacer y termino porque no sé qué decirte".
A mí también me gustaría comenzar con una monición bien breve pero distinta en el contenido: "Amigos: Comienzo a hablaros porque -gracias a Dios- tengo muchas cosas que hacer -la más importante es estar con vosotros- y no terminaría nunca porque la historia es la vida toda, de todas las personas que en el mundo han sido, con todos sus aconteceres, en todos los tiempos y que quieren enriqueceros con su mensaje de desarrollo solidario".
Ojalá que mi presencia les ayude a valorar la historia de su patria con la actitud de asombro que escribían los primeros cronistas e historiadores del Perú. Uno de ellos, Montalvo, escribía en su libro El Sol del Nuevo Mundo 1683: "Es tan afortunado por naturaleza este Nuevo Mundo que no tiene cosa mala...La tierra del Perú es la más rica y feliz que conoce el mundo". A tanto llegó Antonio de León Pinelo que en su obra El Paraíso en el Nuevo Mundo llega a ubicarlo en las inmediaciones de Iquitos, en las márgenes del río Marañón.
Pero, hablar de Historia, como tan bellamente han expresado mis colegas, no es solo para mirar hacia atrás, al pasado, ya que podría sucedernos lo que a la mujer de Lot que se convirtió en estatua de sal; de todos modos, contemplemos el pasado, su legado, con gratitud; pero miremos el presente, el aquí-ahora, con mucho realismo, con mucha atención, como si nos fuese la vida en ello, con pasión y entusiasmo; y miremos al futuro con confianza y esperanza.
Escribió el historiador Luis Suárez "la historia no intenta demostrar nada sino averiguar algo". Y, además, valorar, custodiar, difundir. Fijémonos en el escudo de Perú. En él aparecen tres riquezas: mineral (cornucopia de la abundancia), vegetal (árbol de la quina) y animal (vicuña). Siempre decía a mis alumnos que le faltaba una: la humana, en la que ellos estaban implicados. De ello habla el "Quadro de Historia natural, civil y geográfico del Reino del Perú", lienzo pintado a finales del siglo XVIII por José Ignacio Lecuanda, contador Real de la Aduana de Lima y sobrino del Obispo Martínez Compañón, hoy en el Museo Nacional de Ciencias Naturales en Madrid y una copia se muestra en el Museo Nacional de Pueblo Libre en Lima (Perú). La obra describe el Virreinato del Perú en 195 escenas de las riquezas (mineral, vegetal y animal del escudo del Perú).
Este cuadro ha constituido para mí la razón de mi presencia en estos 30 años de dolores y, sobre todo, gozos. Llegué a Candarave-Tacna en 1991 y 1992 con el G.A.M. (Grupo de Apoyo Misionero) durante los meses de julio y de modo permanente (1994-1999) a la Blanca Ciudad de Arequipa, pasando a la Ciudad de los Reyes, nuestra querida Lima, de 1999 hasta la fecha en el 2024.
Como afirmaba el historiador Jaime Vicens Vives todo profesional dedicado a la historia debe presentar su carné de identidad, su ADN, el mío es el del que pretende investigar, custodiar, difundir, comprometerse con su legado, con su identidad, convirtiéndonos en voluntarios y misioneros de esperanza entre los pueblos. He procurado en estos 30 años amar y servir, a la Iglesia y al Perú, a través de la docencia e investigación universitaria, trabajos en los medios de comunicación, el voluntariado y la misión entre los jóvenes. No podemos permanecer como indiferentes espectadores, debemos ser protagonistas de un mundo en el que crear lazos, tender puentes, forjar la paz y el desarrollo sea lo que nos una. Dios lo quiera. Muchas gracias.