Comparto la nota del Instituto Mounier, junto mi notita el día del funeral y el artículo de Carlos:
Querida Julia (Pérez Ramírez), esposa de nuestro amigo Carlos Díaz: Te vas como siempre has vivido, tan discreta, tan de puntillas, "en una noche oscura, con ansias en amores inflamada, ¡oh dichosa ventura!, saliste sin ser notada, estando ya tu casa sosegada" como en la foto que nos acompaña. Gracias por tu vida, gracias por tu don total, siempre, con todos, ¡hasta el Cielo!
Artículo de Carlos: https://jabenito.blogspot.com/2025/04/uxori-dilectissimae-in-memoriam-julia.html
Nota de Francisco Rey: En http://mounier.es/index.php/noticias/938-ha-fallecido-julia-p%C3%A9rez-1951%E2%80%932025 y https://encuentroysolidaridad.net/julia-perez-una-vida-de-entrega/: Ha fallecido Julia Pérez (1951–2025)
El martes 29 de abril de 2025 falleció de manera repentina Julia Pérez Ramírez, víctima de un derrame cerebral. La noticia sorprendió profundamente a quienes la conocían, pues, como comentaba un amigo médico que la había visto apenas dos semanas antes, "su estado era fenomenal".
Casada con Carlos Díaz y madre de tres hijos, Julia se licenció en Historia y dedicó su vida al pensamiento crítico, la fe vivida y una acción social profundamente comprometida. Desde 1988 colaboró activamente con el Instituto Emmanuel Mounier y, junto a Andrés Simón Lorda, impulsó la creación de la Fundación Emmanuel Mounier, a la que entregó generosamente su tiempo y su corazón, compaginándolo con su labor en Cáritas Madrid.
Hija de Julita y Teófilo Pérez Rey —matrimonio del que nacieron ocho hijos—, creció en un entorno marcado por la fe y la militancia cristiana. Su padre fue uno de los fundadores de la Editorial ZYX, presidente de la HOAC entre 1959 y 1966, y cofundador del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos, del que sería vicepresidente. Julia recogió ese legado con fidelidad y lo encarnó con sencillez y firmeza.
Autora reflexiva y crítica, escribió para la Editorial ZYX un libro sobre Lenin y, dentro del Instituto Emmanuel Mounier, publicó las biografías de Nelson Mandela y Vasco de Quiroga, figuras a las que supo retratar desde una mirada profundamente personalista, centrada siempre en la dignidad humana, la justicia y la libertad. Su pensamiento, arraigado en el personalismo comunitario, buscó siempre iluminar las realidades sociales desde el rostro concreto del otro.
Sus palabras, siempre cercanas y valientes, transmitían tanto lucidez como ternura. "Me produce una pena inmensa ver lo fácilmente que nos acostumbramos al horror", escribió con amargura ante la indiferencia. Frente a las dificultades, nunca perdió el ánimo: "Aquí estamos para aguantar hasta donde se pueda, y un poco más." Su mirada creyente era a la vez dolorida y esperanzada: "Que así sea… Pobres de nosotros. Qué pequeñitos somos."
No temía alzar la voz ante lo que consideraba amenazas a la dignidad humana: "Pues detrás [del aborto] irá la eutanasia y luego a librarse de los tontos y los feos", advertía con crudeza. Denunció con firmeza las injusticias globales, como el sufrimiento del pueblo palestino: "Qué vergüenza lo que está sucediendo ahí", dijo sobre Gaza. Y supo también expresar su dolor con fraternidad: "Cualquier comentario sobre lo que estamos haciéndonos entre sus hijos es tremendo. Dios nos perdone. Un fuerte abrazo, hermano."
Pese a todo, conservaba una esperanza sencilla y honda, que expresaba con el anhelo de un nuevo comienzo:
"Feliz Navidad. Ojalá pudiéramos renacer. Un abrazo."
Julia fue testigo lúcida y militante cristiana. Su vida fue una entrega constante a los demás, desde una fe profundamente encarnada. La recordamos con gratitud, con la certeza de que su palabra y su ejemplo siguen iluminándonos, y en certeza de estar ya en los brazos de Dios, Padre Misericordioso.