EL GENERAL BATET (1872-1937)
Domingo Batet, capitán general de la IV región militar de España, en Burgos, ha sido uno de los grandes militares de la reciente historia de los años de la República y de la Guerra del 36. Denostado por la izquierda por la leyenda de aplastar la autonomía catalana en 1934, rechazado por la derecha por tratar de impedir el Alzamiento del 18 de julio de 1936, con el sambenito de "masón y republicano", arrinconado y olvidado por casi todos los historiadores, es el momento de hacer justicia y darle el alto lugar merecido por su profesionalidad y altitud de miras en vida, así como su cristiana muerte ejemplar.
Quien fuese su más completo biógrafo, desde su sesgo ideológico, el monje benedictino catalanista Hilari Raguer en su obra El general Batet: Franco contra Batet, crónica de una venganza, (Península, Barcelona, 1996) compendia su trascendental trayectoria:
"Militar estrictamente profesional, competente, leal, honrado y disciplinado, de ideas democráticas y autonomistas, pero siempre subordinado al poder civil en los tres regímenes políticos bajo los cuales sirvió a España y también a su Catalunya (monarquía constitucional, Directorio militar y República) y que murió por haberse opuesto al último pronunciamiento militar de la España contemporánea" (p.301)
Biografía escrita por Emilio Montero Herrero en https://historia-hispanica.rah.es/biografias/6328-domingo-batet-mestres
Batet Mestres, Domingo. Tarragona, 1872 – Burgos, 18.II.1937. General de división. General Militar
Hijo de Domingo Batet y de Buenaventura Mestres, ingresa en la Academia General Militar en septiembre de 1887.
Es promovido al empleo de teniente en 1893 y su primer destino es el regimiento de Infantería de guarnición en Barcelona.
Posteriormente es designado alumno de la Escuela Superior de Guerra; pero no llega a terminar los estudios, al partir como voluntario a Cuba en abril de 1895.
Participa con el batallón provincial de La Habana en las campañas que culminaron con la guerra contra Estado Unidos y la pérdida de la isla. Él mismo señaló que la causa de la derrota, más que la presencia naval estadounidense, había sido el deseo del pueblo cubano de acceder a su independencia.
Batet Mestres destaca en la operación desarrollada en la zona de Ticarita el 5 de junio de 1896, por la que se le concede en noviembre de ese mismo año el ascenso a capitán.
Siendo ayudante del mencionado batallón sufre una caída del caballo que montaba, produciéndose la fractura transversal de la rótula derecha y contusión de primer grado en el pie derecho, por lo que fue ingresado en el hospital militar de La Habana el 28 de enero de 1897. Una vez dado de alta, en abril de 1897, se embarca para la península en el vapor María Cristina, con cuatro meses de licencia por enfermedad, para recibir baños termales en Caldas de Montbuy.
Continúa sus estudios en la Escuela Superior de Guerra y los finaliza en 1900. Pasa al regimiento de Luchana, y un año después a los Somatenes de Cataluña, puesto en que permanece hasta su ascenso a comandante en 1909.
En 1915 asciende a teniente coronel y regresa al regimiento de Luchana, de donde pasa a la zona de Lérida, una vez ascendido a coronel en 1919.
En 1922 manda el regimiento de Valladolid y es designado como juez especial encargado de instruir los procedimientos derivados de los desastres militares acaecidos en la guerra de Marruecos, a las órdenes del Alto Comisario (Expediente Picasso), pero al considerar que esta misión le correspondía desarrollarla a un militar del Cuerpo Jurídico, presentan su dimisión.
En 1923 se hace cargo del regimiento de Jaén y al año siguiente del de Alcántara.
Es promovido a general de brigada en 1925, ocupando destino en Alicante al mando de la 1.ª Brigada de la 6.ª División.
Al conspirar contra la dictadura de Primo de Rivera y por su complicidad en el intento de alzamiento denominado "la noche de San Juan" en 1926, es detenido y procesado. Se le sanciona con el retiro, aunque posteriormente el Consejo Superior de Guerra le absuelve.
En 1927 se le concede el mando de la brigada de Infantería Mallorca, destino en que permaneció hasta la proclamación de la Segunda República en 1931, cuando se le confía el mando de la IV División Orgánica con sede en Barcelona.
En este destino actúa con prudencia para limar las tensiones existentes entre algunos sectores militares y la nueva administración autonómica. Asciende a general de división en 1932.
El 6 de octubre de 1934, al producirse la insurrección catalanista y la proclamación por Lluís Companys como presidente de la Generalitat de la República Catalana, simultáneamente al estallido de la revolución de Asturias, Batet recibe la orden de aplastar con dureza, al frente de su división, el movimiento secesionista para aplicar un escarmiento ejemplar. Sin embargo, procede con cautela y precisión, sofocando la insurrección con el mínimo de destrucción y derramamiento de sangre. Esta actitud le valió los ataques de la derecha y de algunos sectores militares, así como la hostilidad de los vencidos.
Por estos hechos y según Decreto de 18 de febrero de 1935 (DO n.º 42, de 20 de febrero de 1935), se hace acreedor a la Gran Cruz laureada de San Fernando, destacándose como el general de división Domingo Batet Mestres, ostentando el cargo de jefe supremo de todas las fuerzas que guarnecían el territorio de la IV División Militar, cuya cabecera era Barcelona, al producirse un movimiento revolucionario en los primeros días de octubre de 1934. con su acierto, resolución y bravura supo concebir, dirigir y realizar en toda Cataluña las operaciones militares necesarias para dominar la rebeldía.
En marzo de 1935 es nombrado jefe del Cuarto Militar del presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora, cargo en el que cesa a petición propia después de las elecciones de febrero de 1936.
En junio de 1936, el Gobierno de Casares Quiroga le nombra jefe de la VI División Orgánica, cuya sede estaba en Burgos.
El 16 de julio de 1936 se entrevista en el Monasterio de Irache con el general Mola, subordinado suyo y comandante militar de Pamplona, el cual le dio su palabra de no estar implicado en ninguna aventura.
El 18 de julio, después de estar anunciado el levantamiento contra la República, intenta disuadir en conversación telefónica a los sublevados.
En la madrugada del 19 de julio, cuando frente al edificio de la división se emplazan cañones por los ya sublevados, el general Batet decide rendirse, y es detenido por sus propios subordinados. Posteriormente, el 8 de enero de 1937, es juzgado por un consejo de guerra sumarísimo que le condena a la pena de muerte, pese a la petición de indulto de personajes como Queipo o Cabanellas.
Fusilado el 18 de febrero de 1937, se enfrentó a la muerte con gran serenidad. Al despedirse de su defensor, le entregó diez o doce pitillos que le quedaban, diciéndole: "lléveselos usted, que yo no los necesitaré".
Ante el piquete pronunció unas cuantas frases muy correctas, reiterando su fe de cristiano y español. La descarga fue tan precipitada, que el defensor y el padre jesuita que lo asistían tuvieron que apartarse de un brinco. Fue enterrado en el cementerio de Tarragona.
La ciudad de Barcelona puso su nombre a una de las calles.
Fuentes. Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, exp. personal.
TRES MOMENTOS ESTELARES DE SU VIDA
1.1922, cuando al mando del regimiento de Valladolid, es designado como juez especial encargado de instruir los procedimientos derivados de los desastres militares de la guerra de Marruecos, a las órdenes del Alto Comisario (Expediente Picasso). Con tal motivo, redactó un informe en el que retrataba con términos muy duros a diversos mandos de la Legión y a los regulares moros. Del propio Franco apuntó lo siguiente: "Franco [...] tiene poco de militar, no tiene satisfacción de estar con sus soldados [...], pide la Laureada y no se la conceden [...], porque solo realizó el cumplimiento de su deber".
2. octubre de 1934, ya general de división, al frente de la Cuarta Región Militar, cuya jefatura estaba en Barcelona. La Generalitat se encontraba entre el Caribdis y la Escila de un nacionalismo independentista, por un lado, y, por otro, de un gobierno central más bien derechista, que buscaba bloquear cualquier extensión de la autonomía regional. El 6 de octubre, el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, proclamó el Estado Catalán en el marco de la República Federal española. Batet se esforzó por evitar una represión violenta. Desoyó así al general Franco, nombrado jefe interino del Estado Mayor para dirigir la represión, que, en Asturias, había enviado a fuerzas de la Legión. Batet rechazó su orden de desplegar por las calles fuerzas de la Legión para restaurar el orden –o sea, infligir un castigo a Cataluña–. Con un mínimo de fuerza persuadió a Companys para que se rindiera. Lejos de la retórica amenazante, Batet explicó en una emisión radiofónica cómo había cumplido con su deber de la forma menos sangrienta posible. Había declarado el estado de guerra en un bando de tono moderado, en el que dijo que esperaba no tener que hacer uso de las armas de fuego. Y, en efecto, sacó a la calle solo un mínimo de tropas.
Nacido en Tarragona, Batet dio órdenes a sus subordinados de que no adoptaran una actitud despectiva hacia el empleo del catalán, e incluso mandó que a los reclutas que no supieran castellano se les enseñara esta lengua, sin vejaciones ni injurias. Su actitud puede juzgarse por una carta que envió a un diario en junio de 1932, donde señalaba que "el Ejército y cuantos pertenezcan a él como profesionales han de ser siempre pedagogos y maestros y por lo tanto enseñar, solo enseñar al que no sabe".
3. 1936. Su actitud ante el Alzamiento Nacional como jefe de la VI División Orgánica, cuya sede estaba en Burgos. Antes de tomar decisión alguna se había entrevistado el 16 de julio de 1936 con el general Mola, subordinado suyo y comandante militar de Pamplona, el cual le dio su palabra de no estar implicado en ninguna aventura; al habla con los responsables políticos máximos, el 18 de julio, después de estar anunciado el levantamiento contra la República, intenta disuadir en conversación telefónica a los sublevados. Será en la madrugada del 19 de julio, cuando frente al edificio de la división se emplazan cañones por los ya sublevados, el general Batet decide rendirse, y es detenido por sus propios subordinados. Posteriormente, el 8 de enero de 1937, es juzgado por un consejo de guerra sumarísimo que le condena a la pena de muerte, pese a la petición de indulto de militares como Mola, Queipo o Cabanellas y la más alta jerarquía religiosa .
TRES CARTAS EN EL MOMENTO SUPREMO
Victor Manuel Arbeloa en su "Cuaderno de Bitácora" rescata "Dos cartas del general Batet" https://www.vmarbeloa.es/dos-cartas-del-general-batet/
Cuando vuelvo a estudiar la rebelión de Cataluña y Asturias en octubre de 1934, me encuentro de nuevo con el general Domingo Batet, el que deshizo en unas horas, siendo gobernador militar de Barcelona y jefe de la cuarta división orgánica, el golpe sedicioso de la Generalitat, presidida por Companys, el 6 de octubre de 1934. Posteriormente jefe de la Casa Militar del presidente de la República, y después gobernador militar de Burgos y jefe de la sexta división orgánica, fue fusilado por no participar en el alzamiento de junio de 1936. Batet escribió tras conocer su sentencia de muerte dos cartas, dignas de recuerdo perpetuo, dos cartas de un santo antes de morir:
Carta a su cuñada María Martínez Larrea: Querida hermana María: No sufras y ten consuelo. ¡Dios lo ha querido! Bendito y alabado sea. En este tiempo de mi prisión me he unido tanto a Él y estoy tan compenetrado con su Voluntad, que las cosas del mundo nada son para mí y ceo tener el alma completamente pura. Le pedía a Dios, siempre y de tiempo ha, una muerte rápida y que no me diera quehacer, y Él en su misericordia me la concede pudiendo perdonar, como perdono con toda mi alma, a los que infringen el 5º mandamiento de su Ley. A todos y muy especialmente a la madre y a ti, os abraza con gran cariño, Domingo.
Carta a los hijos: A mis hijos. Sed buenos ciudadanos y cumplid siempre con vuestro deber, cualesquiera que sean las circunstancias que os depare el destino. Las naciones sufren mucho por no cumplirse sus leyes y el mal es mucho mayor cuando faltan a ellas los propios gobernantes. Yo repaso mi vida toda y mi conciencia está tranquila y satisfecha. Seguid mi ejemplo y no cuente para vosotros el fin que yo he tenido. Son momentos de pasión en que se desatan los instintos perversos: la justicia huye espantada, no actúa y se viste de luto… Pero ella actuará. Os bendice y abraza vuestro padre, Domingo.
Crónica de su muerte. Carta del Padre Serapio Leturia a la cuñada del General Batet, María Martínez Larrea. Burgos, 2 de marzo de 1937
Muy amada hija en el Señor: Han pasado ya algunos días desde la fecha en que su querido General subió al cielo…
Siguiendo mi costumbre, visité al General el martes 16 de febrero. Le encontré como siempre muy sereno, resignado con lo que le pudiera ocurrir, y descansando tranquilo en las manos de Dios. En realidad, estaba esperanzado con la idea de un posible indulto… Yo sabía ya tiempo antes que a las siete de la mañana del siguiente se cumpliría la sentencia. Con estas ideas me despedí del General la tarde del miércoles 17. A las cuatro y media de la mañana del jueves día 18, llegamos al Penal todos los que teníamos que acompañarlo hasta sus últimos momentos. Cuando le despertaron estaba descansando profundamente y lo primero que se le ocurrió fue que tal vez le llamaban a aquella hora para darle una buena noticia. Pronto vio lo contrario, al serle leía la sentencia. Con una serenidad verdaderamente asombrosa e impresionante, vio que no los hombres sino Dios era el que disponía que entregara su vida, y aunque no se le alcanzaba porque, no cesó de repetir que aceptaba los designios de Dios. Con una presencia de ánimo admirable fue disponiendo todo, con el mayo orden, dando as órdenes oportunas a los dos representantes de su familia que se encontraban presentes, escribió las dos cartas, conversó amablemente con todos, me dedicó dos libros religiosos míos, que yo le había prestado, uno de los cuales por cierto lo había usado muchísimo, el Vademécum del cristiano, del P. Ascondo, me recomendó que le consolara mucho a U. ya que V. Le quería a él como una hija, y él a V. como un Padre, conversó afablemente con todos, indicando siempre que en lo que ocurría veía la mano de Dios, a cuyos designios se rendía con toda confianza. A eso de las cinco y media se confesó admirablemente, como un verdadero caballero cristiano, poco después oyó con toda serenidad la Santa Misa, que le celebré yo mismo, como yo mismo también le había confesado y recibió con fervor la Sagrada Comunión. Después de la Misa, y en cuanto me hube quitado los ornamentos sagrados, me dijo que me agradecía mucho el que le hubiera dicho aquella Misa, que para "para mí ha sido su primera y su última Misa" añadió
Dio también las gracias a todos los que se encontraban entonces allí, desde el director del Penal y el coronel Juez Militar, hasta el último oficial de prisiones y a todos les fue dando la mano con toda serenidad y dignidad.
Antes me había indicado que tenía sed, pero que de ninguna manera quería tomar nada, pues a todo trance había de comulgar… Tuvo la delicadeza de regalar la capa a un penado que le solía servir…se despidió de nuevo de todos, abrazó a los dos representantes de la familia y les encargó que dijeran a sus hijos que, a pesar de todo, no se avergonzaran nunca de ser hijos de su padre, que había procurado cumplir siempre con su deber. En el coche que estos señores habían traído fuimos al campo de tiro…Hizo el trayecto con la más asombrosa serenidad y al llegar al sitio señalado…le dejé mi Crucifijo, el que ya antes lo había besado varias veces con fervor y al recibirlo me dijo: "¿De veras me lo deja Usted hasta mi último momento?" Y al decirle yo que sí, manifestó muy sincera complacencia. En contexto dijo a todos que perdonaba a todos y que deseaba que en España reinara la paz para todos. Por último, colocó mi Crucifijo junto a sus labios y sin retirarlo, y besándolo, se despidió de nosotros y fue a los brazos de Dios, que no deudo le recibió en su regazo de Padre, en donde vive una vida gloriosa y eternamente feliz…Que el Señor le bendiga, María, como le bendice muy de corazón este su afmo. e ínfimo siervo en Cristo S Leturia SJ
Al despedirse de su defensor, le entregó diez o doce cigarrillos que le quedaban, diciéndole "Lléveselos usted, que yo no los necesitaré" Eran la siete de la mañana del dieciocho de febrero del año 1937, era noche cerrada todavía en la ciudad. Los integrantes del pelotón de fusilamiento tiritaban de frío, El general Domingo Batet se dirigió a los soldados del pelotón de fusilamiento diciéndoles:
"Soldados, cumplid un deber sin que ello origine vuestro remordimiento en el mañana. Como acto de disciplina debéis disparar obedeciendo la voz de mando. Hacedlo de corazón; os lo pide vuestro general, que no necesita perdonaros, porque no comete falta alguna el que obra cumpliendo órdenes de sus superiores".
La descarga del pelotón de fusilamiento fue tan precipitada que el defensor y el padre jesuita que lo asistían tuvieron que apartarse de un salto. El cuerpo del general Domingo Batet quedó inerte. Al día siguiente, aparecen dos líneas escondidas en la prensa de Burgos en la que daban cuenta del fusilamiento del general. Fue enterrado en el cementerio de Tarragona. La ciudad de Barcelona puso su nombre a una de sus calles. Su ciudad natal, Tarragona le declaro hijo predilecto.
MÁS DATOS:
1. El nieto del general Batet dona documentos y objetos personales de su abuelo a Poblet. https://www.infobae.com/espana/2023/06/08/el-nieto-del-general-batet-dona-documentos-y-objetos-personales-de-su-abuelo-a-poblet/
2. El Busto del General Domingo Batet Mestres, realizado por la escultora Margarita Sans Jordi, llegó al taller de Restauración de la Asociación Española de Pintores y Escultores (AEPE) en el pasado año 2021, gracias a la donación de su nieto, Julio Batet Rodríguez –Roda https://apintoresyescultores.es/restauracion-de-una-escultura-de-margarita-sans-jordi/