GUADALUPADA 2025
¡Los rosales en flor y los lirios del campo la rodean como en primavera! Es la canción que me brotaba agradecido al peregrinar a Guadalupe con 15 jóvenes de la Milicia de Santa María el primer día de su mes de mayo. La exuberante vegetación de vivos colores proclamaba el esplendor de la belleza y la fuerza del Creador en esta comarca de las Villuercas-Los Ibores y La Jara.
Partimos a las 6 de la tarde desde Madrid, pernoctamos en un pueblo de la comarca, donde tuvimos una entrañable vigilia mariana -con carta personal a la Madre- y a la mañana siguiente caminamos al santuario, llegando puntualmente a la Misa del peregrino.
Comimos en uno de los portales, al amparo del santuario, compartimos nuestras vivencias en la sobremesa y culminamos con un sosegado rosario ante la guadalupana en la que tuvimos presentes todas nuestras intenciones, de vivos y difuntos. Por supuesto que ahí estuvisteis mis amigos del blog y del face. La experiencia -a un año de mi retorno tras los 30 años en el Perú- ha sido un renovado magníficat, vivido en familia con mis amigos del Movimiento de Santa María.
Me impresionó la gigante pila de bautismo de los primeros nativos que acompañaron a Colón en su retorno agradecido, tras el Descubrimiento, así como la densidad histórica sentida en el santuario. No en vano Colón prometió venir ante la Virgen si salía con vida de tantos peligros del viaje descubridor; por su parte, la Reina Isabel estuvo unas 20 veces y lo consideraba como su "paraíso".
La Virgen es Patrona de Extremadura desde el 12 de octubre de 1906, cuando se produce una gran Peregrinación de Extremadura a Guadalupe, hecho que lleva al Papa Pío X, en marzo de 1907, a solemnizarla como Patrona de Extremadura, cuya festividad litúrgica es el 8 de septiembre y la celebración de la Comunidad Autónoma es el 8 de septiembre.
Esta estrecha vinculación del santuario de Guadalupe, con la empresa de España en América se puso de manifiesto el 12 de octubre de 1928, cuando fue coronada canónicamente como Hispaniarum Regina, "Reina de la Hispanidad" (Reina de las Españas), por el Cardenal Primado de España, Pedro Segura, legado especial de S.S. Pío XI, en presencia del rey Alfonso XIII.
El 4 de noviembre de 1982 el papa Juan Pablo II visitó el santuario indicando que sabida la estima tan grande que le tengo a la Virgen de Guadalupe de México… debería haber venido aquí para comprender mejor la devoción mexicana." Buena iniciativa para considerarla, ahora que al calor del acontecimiento guadalupano de 1531 se prepara su quinto centenario para el 2031.
La Unesco el 11 de septiembre de 1993, declaró a Guadalupe Patrimonio de la Humanidad. Del 10 al 14 de noviembre de 2003, Año Jubilar y 75.º aniversario de la Coronación de la Virgen de Guadalupe como Reina de la Hispanidad, tuvo lugar en la población un importante Congreso Mariano Guadalupense. En enero de 2005, bajo el pontificado de Juan Pablo II se expidió el Decreto de Concesión, desde la Penitenciaría Apostólica, por la que se otorga al Santuario y Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe la celebración de un Año Jubilar.
El origen legendario de la imagen arrancaría del mismo evangelista san Lucas, a fines del siglo I en Palestina. Hay noticias de su veneración en templos de Acaya y Bizancio. Más adelante, el papa San Gregorio Magno la regalaría a san Leandro, arzobispo de la Sevilla, quien la colocaría en una ermita a las afueras de la localidad. Durante la invasión musulmana del 711, los cristianos de esa ciudad la depositaron en una caja y la escondieron junto al río Guadalupe, en la zona de la serranía de las Villuercas, al pie de la sierra de Altamira.
En el siglo XIII, se le apareció la Virgen a un vaquero de la provincia de Cáceres llamado Gil Cordero junto al castillo de Alía, avisándole de la existencia de una imagen junto al río Guadalupejo, donde se le perdió una vaca que encontró muerta. Fue a desollarla para aprovechar su piel y antes, como era costumbre, le hizo una señal en forma de cruz en el vientre. Entonces, la vaca resucitó y se levantó. Entonces Cordero se preguntó si ese sería el lugar indicado por la Virgen que se le apareció junto al castillo de Alía. Excavó y, a un metro de profundidad, encontró la caja con la Virgen en su interior. Agolpó piedras e hizo una cabaña, donde depositó a la Virgen. Posteriormente, fue a la iglesia de Cáceres, donde informó al clérigo de mayor responsabilidad de su hallazgo y del deseo de la Virgen de recibir culto en ese lugar. No obstante, el clérigo no le creyó. Posteriormente, llegó a su casa y encontró a su hijo muerto y rezó para que la Virgen lo devolviese a la vida y, de esta forma, todos creyeran en su historia milagrosa. Cuando los clérigos se dispusieron a oficiar el entierro el hijo volvió a la vida, se levantó y dijo que una mujer le había ayudado a levantarse. Entonces los clérigos creyeron y fueron juntos, con gente de la ciudad, en peregrinación a aquel sitio. Cuando descubrieron la cabaña, acordaron construir una ermita.
Según la leyenda, el rey Alfonso XI se encontró por primera vez con esta ermita en 1330, cuando se encontraba de cacería. Al verse en apuros en la batalla del Salado de 1340, se encomendó a ella y resultó victorioso, por lo que reformó la iglesia y la dotó de otros edificios complementarios como un albergue para los peregrinos.
Se sabe que a mediados del Siglo XIV el monasterio del lugar lo regía un priorato de clérigos seculares y que desde 1389 hasta 1835 fue de monjes jerónimos. Debido a la desamortización de 1835 el santuario pasó a ser una parroquia secular de la archidiócesis de Toledo y desde 1908 pasó a ser regentado por los franciscanos, transformándose en una parroquia regular.
Como datos sobresalientes del monasterio cabe resaltar que Isabel la Católica lo visitó unas veinte veces y que lo consideraba como su "paraíso" en la Tierra. El monasterio ayudó a la Reconquista de Granada con varios donativos para el culto cristiano. Tras la Reconquista de Granada en enero de 1492, el monasterio fue el lugar de encuentro entre Cristóbal Colón y los Reyes Católicos y estando allí solicitaron la entrega de dos carabelas para iniciar su viaje hacia las Indias.
En 1492 Fernando concedió varios privilegios al monasterio y ofrendó a la Virgen costosas lámparas, un crucifijo de cinco kilos labrado con el primer oro de las Indias, una rica capa de brocado carmesí y dos coronas de oro (una para la Virgen y la otra para el Niño) con muchas piedras preciosas, una valiosa casulla morada y un manto verde que sirvió para hacer el terno del "Tanto Monta".
El almirante Juan Andrea Doria llevaba en su barco un estandarte con la Virgen de Guadalupe durante la batalla de Lepanto, en 1571. En 1811 el cardenal Juan Doria Pamphili, descendiente del marino, donó un lienzo de la Virgen de Guadalupe a la iglesia de la Madonna di Guadalupe de la localidad de Santo Stefano d'Aveto.